Ultrashow: una mente insultantemente lúcida que convierte en maravilla cualquier minucia

València es una de las afortunadas ciudades que reciben anual e incluso bianualmente la visita de uno de los personajes más destacados e irreverentes de la vanguardia escénica, Miguel Noguera. Y sí, decimos escénica porque limitar el espectáculo del Ultrashow a la categoría de monólogo o al género de la comedia es acotar en exceso una creación de tal calibre.

Algo parecido ocurre cuando intentamos clasificar al canario. Escritor, ilustrador, cómico e incluso cantante, por la pasión y habilidad con la que interpreta el canto gregoriano con el que suele iniciar los Ultrashows. Usualmente tachado como humorista de culto, es innegable que su fama y su audiencia han crecido a pasos agigantados en los últimos años.

Lo que ocurrió en La Rambleta en su última visita logró arrebatar toda la atención a la noche de Halloween. Durante hora y media que pareció durar un pestañeo no pudimos despegar nuestros sentidos de los gestos e ideas grandilocuentes y lógicamente absurdas de Noguera. Siguiendo una estructura que, evidentemente, se ha consolidado de manera exitosa, nos sumergimos en una especie de carrera frenética y bamboleante en la que de manera aparentemente desordenada terminaba encajando hasta la última pieza.

El discurso del cómico se nutre de cierto lenguaje poético que conjuga lo burdo y lo literario junto a una apariencia desganada, como aquel que sin proponérselo en exceso acaba haciendo llorar de la risa a todo el auditorio. Se trata de una mente insultantemente lúcida que convierte en pequeña maravilla cualquier minucia que atraviese el filtro del “noguerismo”.

Como es lógico,  Miguel Noguera no está falto de halagos y reconocimientos que provienen de muy diversos sectores, tanto de caras conocidas del Stand Up Comedy como del mismísimo cineasta Nacho Vigalondo. Por lo que, poco más no queda que esperar impacientes su regreso y recomendar esta experiencia a los neófitos que aún no han sido alcanzados por esta suerte de surrealismo y locuacidad que convergen en los Ultrashows.