Despedida a lo grande del veranoLucía Astrain 19 septiembre, 2010 Grupo: Ebrovisión´10Sala: Miranda del Ebro (Burgos) La mejor manera de decir adiós al verano, al calor y a todos sus festivales no podía ser sino con otra gran celebración, y el Ebrovisión tenía todos los ingredientes para esa despedida a lo grande. Un décimo cumpleaños, mucha y buena música, caras habituales de muchos de los escenarios estivales -que lejos de saturar consiguen evocar momentos vividos bajos otras lunas-, también rostros más difíciles de ver –algunos llegados de muy lejos-, comida multitudinaria y conciertos al sol. VIERNES La primera toma de contacto pudo ser un poco más acogedora, pero tampoco nos quejaremos. Rodeados de charcos y soplando un aire gélido que congelaba hasta los huesos fue la espera, breve en tiempo pero eterna al sentimiento, hasta que permitieron a los prematuros de la familia ebrovisiva que nos pusiéramos a cobijo. Aún sin terminar el revuelo entre organizadores y personal de seguridad abrieron las vallas, y no había pasado ni un minuto, el que tardamos desde la entrada al recinto hasta llegar a los pies del escenario, ya estaba allí P.L.V. Havoc. A penas veinte personas aguantamos, más que viendo o escuchando, diría que arropando al artista, porque si hubiera sido por verlo, chico solo con guitarra se ve enseguida. El donostiarra lo hace bien, pero si otros cuatro músicos lo hubieran acompañado en el espectáculo nos hubiéramos alegrado más. Havoc abandonó el escenario y las cuatro almas cándidas que aguantaban frente al escenario también se dispersaron. Pocos éramos los que esperábamos al comienzo de L.A. cuando irrumpieron en el escenario. Wonderfully Perfect arrancó cual llamada al culto, y aún sin terminar el tema los fieles habían conquistado la pista y rezaban su letra a la perfección. De las oraciones a los botes, contagiosos por cierto, pues hasta los cinco madrileños se marcaron un todos a una en mitad de “Crystal Clear”. Tras un Heavenly Hell casi completo que sonó estupendamente nos dedicaron un elegante adiós, como ya han hecho en anteriores ocasiones a lo Cindy Lauper, con un “Girls (yo diría que boys too) just wanna have fun”. Aún pensando en eso mismo, en lo bien que empezábamos a pasarlo, y con un ambiente ya animado, arrancó Second. Alternando hits como “Rincón Exquisito”, ”Horas de Humo” o “Rodamos” con canciones de devoción más limitada mantuvieron al fenómeno fan controlado, que pese a ello se desgañitaba no sólo con las letras sino regalando a Frutos algún “quítate la ropa”. Fue poco después cuando el cantante invitó al público a subir al con ellos a la tarima y dio paso a la tormenta musical con oleaje: alguna fémina enfervorecida corriendo hacia el lateral del escenario y empujones que nos llevamos. Pero no se preocupen, el murciano devolvería la visita bajando al público, y los empujones del otro lado nos recolocaron en nuestro sitio. Tanto meneo nos abrió el apetito. Bocadillo de cocodrilo en mano, y nada de metáfora a lo perrito caliente (no sé si tanto barro atrajo a la zona fauna propia de los Everglades o que a su paso por Miranda los barbos del Ebro se transforman en reptiles, lo que sí sé es que estaba buenísimo) volvimos al tiempo que la orquesta de la Century Fox anunciaba la salida a escena de Iván Ferreiro. Con un look nocturno -desaliñado y con una camiseta que bien podía haber sido la del pijama- el gallego alternó momentos al piano y con otros en pie retozándose sobre el micro. Deleitó con temas como “Canciones para el tiempo y la distancia”, “Ciudadano A”, “Jet Lag” o “Días Azules”, pero ya sabemos, cuando más sabor tienen a Piratas la masa más se entrega, hasta el punto de no saber quién llevaba el micro en “El viaje de Chihiro” o “Turnedo”, con la que terminaron el recital. Para La Habitación Roja siempre tengo palabras positivas, pero reconoceré que en esta ocasión tenía mis temores. Jorge llevaba una semana con la garganta tocada y en Albacete dos días antes le había jugado una mala pasada. Mas para tranquilidad y disfrute de todos los asistentes salieron al escenario demostrando que no era sino un temor infundado, que el rodaje de estos chicos no desgasta sino que los hace más fuertes y que los de L’Eliana no pueden estar en mejor forma. Un comienzo suave con “Los últimos románticos” seguido de “Largometraje” se fue transformando y vigorizando hasta poner al multifuncional entero del color que los caracteriza. La noche se volvió a encender, y entre “Dices que no”, “Un día perfecto” y “Febrero” nos recordaron que ya “Siempre ganaremos el mundial”, para terminar con un emocionante “Cajas tristes”. Tras LHR fue el momento de saludar a caras conocidas, jugar un poco a fútbol con un balón que no sé de dónde salió y volver a Lori Meyers. Un sonido cada vez más pulido con una puesta en escena perfeccionada con el tiempo, y un sexteto que se entregó a un público que cantaba canción tras canción todos los temas, desde los más nuevos como “Mi realidad” al ya clásico “Luces de Neón”. A estas horas de la noche el cuerpo nos pedía un poco de descanso y Devito nos pilló fuera de sitio. Quienes se mantuvieron al pie del cañón comentaron que habían echado de menos el gancho y la energía de los granadinos precedentes. Sólo añadiré que la sala Orosco estaba a rebosar, y aunque la nuestra fue una visita breve se palpaba en el ambiente que la gente estaba dispuesta a darlo todo o más y aún por mucho rato con Optigan1 y Amable. Todo para ellos… SÁBADO Se podría decir que nos caímos de la cama y aparecimos en la cafetería del hotel. Por ella íbamos desfilando superhéroes nocturnos venidos a zombis mañaneros. Sorbitos de cafeína acompañaban los relatos de las anécdotas de la noche anterior, que se sucedían una tras otra. Hubiéramos seguido horas escuchando donut tras donut, pero haciendo un acto de valor y deseando buen viaje a los que tardarían horas en llegar a Madrid, a Murcia, o incluso a Méjico, optamos por ver lo que se cocía en el centro Mirandés. Paella, decían. Por el suelo, en sillas, sobre los bancos, sentados los que aún comíamos y tumbados los que ya siesteaban, los festivaleros tapizábamos la Plaza de España. Ni las guitarras de Mild ni las versiones de Oasis o los Ramones brindadas por La Furgo conseguían activar a la masa. Hizo falta que Dj Pippermint subiera al templete para interrumpir la fotosíntesis de los que allí vegetábamos. Dj Pommelux consiguió la exaltación de la plaza y Dj Patrullero la enloqueció. Lo mejor antes del cierre, el espontáneo asalto a un coche de boda con pareja dentro. Un “no os caséis, no os caséis, vámonos a tomar algo” al unísono fue el regalo de una veintena de espontáneos astruds, que no permitieron la huida de los recién comprometidos hasta que el novio brindó con el whisky que le ofrecían. Así de espléndida estaba la multitud cuando optamos por irnos, antes de que el frío se ensañara con nosotros. Llegamos al multifuncional con el tiempo justo de cargar con una buena cerveza y acudir a la llamada del ruido guitarrero de los Triángulo de Amor Bizarro. Aunque no nos dejamos el cuello como los agitadores de cabeza de las primeras filas, que poseídos por “El fantasma de la transición” bien la hubieran perdido de no ir lo bastante sujetas, tampoco fuimos menos y pasamos botando “De la monarquía a la criptocracia”. Toques gamberros, que sin llegar a lo provocador de los que vendrían a cerrar la noche, nos ayudó a liberar cuerpo y mente antes de enfrentarnos a The Heavy. Si poco antes era el mismo Kelvin Swaby el que se calentaba a la lumbre de la hoguera del backstage ahora sería él quien a la cabeza de la banda de Noid se encargara de caldear el ambiente. Con fluctuaciones entre el soul, el blues y toques de funky, el inglés armonizó el concierto con una potencia vocal que hasta los rulos de Kebabs de fuera pudieron pararse a escuchar. Alejado del género habitual del festival eso no fue impedimento para que temas como “How you like me now?” u otros más reagee como “Cause for Alarm” provocaran el bambaleo generalizado de caderas. Sin interrumpir el perfil internacional del sábado llegó el plato fuerte del festival. The New Pornographers eligieron un repertorio centrado en su último “Together”, sin olvidarse de tocar temazos como “Moves”. Con un talante más sereno que nuestros grupos nacionales y un público que respondió desde los primeros acordes los artistas dejaban claro dónde reside el nivel de una formación de amplia trayectoria y experiencia. Y del cabeza extranjero al cabeza nacional. A estas alturas del año poco les puedo contar que no sepan ya de Love of Lesbian. Sólo les ha faltado tocar en el salón de casa, y a este paso, llegará. Mil novecientos noventa y nueve John Boy habían invadido el polideportivo ese día. En unos se podía leerlo por fuera, en otros la furia iba dentro y se desató en cuanto Santi Balmes y sus chicos salieron al escenario. En medio de una pitada apasionada él mismo se cambió la camisa por su “primera camiseta limpia en 15 días” de cifras blancas sobre fondo negro, poco antes de lanzarse con el resto del grupo al inmenso jardín que tenían delante y regar a todas aquellas plantas. Pero la locura sólo acababa de empezar. Desenfreno no, lo que We are Standard descarga y provoca es electricidad pura. Un “Bye Bye Bye” daba comienzo a su sesión de éxtasis, y si para algún ente extraño el fragor de su música no es lo suficientemente provocadora ahí están los comentarios agitadores de Deu, presentando temas nuevos como “Summer” y “07:45” con un “No os gustan cabrones? Pues ya os gustarán!” Y así terminaba el festival, con una multitud enfebrecida dispuesta a devorar de nuevo la sala Orosco. Desde Los Planetas hasta los Beastie Boys sonaron por allí, pero esto es todo lo que supimos porque una escribiente y sus compinches se hacen mayores y el verano ha sido muy largo. Así que ebrovisivos… hasta el año que viene, y feliz otoño a todos! Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.