Grupo: FIB 2009_Viernes 17 de Julio_2º Día
Sala: Benicassim

Vamos a saltarnos directamente la parte de titulares estilo “ Lo que el viento se llevó” o “Gran bola de fuego” porque aunque lo sucedido anoche en Benicassim probablemente no ocurrirá de nuevo en otros tantos años como los quince que se cumplían de festival este verano, así como el vandalismo y las peleas que se originaron a posteri en el pueblo, esto es una revista musical y no el parte meteorológico o la sección de sucesos.

Si bien es cierto que la jornada de conciertos quedó extremadamente reducida por las rachas inimaginables de viento sufrido ayer, nos dio tiempo a quitarnos de encima un buen rato a los guiris para disfrutar de uno de los grupos más incipientes e incisivos de la escena musical española, Nudozurdo.

El grupo liderado por Leopoldo Mateos es tan desconcertante como la personalidad sobre el escenario de éste, la cual básicamente consiste en trazar una línea imposible entre la inocencia y el vicio, entre el sufridor eterno y el orador despiadado, entre el pop mostoso ochentero de La Guardia, el histerismo drogadicto de McNamara y la crudeza perforante d El Columpio Asesino.

Impecables letras, tragedias épicas apoyadas en pedales chorus y estocadas finales a base de decibelios y barbaridades compositivas como “El hijo de Dios“, “Ha sido divertido” o “Mil espejos“. Un sentimiento de inestabilidad en el cuerpo que te cagas, quizá el origen de todo el vendaval que sucedió después.

No se puede decir lo mismo de Nacho Vegas, al cual vimos de refilón en parada momentánea de camino al Escenario Verde. Ave nocturna por naturaleza, no estuvo a la altura de las circunstancias vespertinas y ofreció un espectáculo tosco y aburrido pese a la más que buena predisposición de los españolitos que por allí andábamos, extraños en nuestra propia tierra. El público se entregó más que el asturiano y su banda habitual de estos últimos tiempos a los que casi hubo que rogarles el bis. El Manifiesto desastre ocupó la mayor parte de su breve concierto (48 minutos) aunque hubo espacio para “Días extraños”, “Perdimos el control” y “El hombre que casi conoció a Micho Panero”.

Cooper en las tablas. Quizás en unas demasiado grandes para ellos, según comentaban algunos ingenuos. Error. La profesionalidad y la consistencia de Alejandro Díez, y por supuesto el repertorio que atesora en sus más de veinte años de carrera le valieron más que de sobra el privilegio de estar en lo más grande, y no decepcionaron.
Aunque las comparaciones son odiosas ( a mí me encantan) sonaron a años luz de los Oasis de la noche anterior, esto es por si cabe alguna duda en el buen sentido de la palabra. Mucho más compacto el sonido leonés que el de Manchester, mucho más convincente “Círculo Polar” o “Yo sé lo que te pasa” que los hits de los hermanos feos, descafeinados y diluidos entre las voces borrachuzas de pafeto demodé inglés… diablos lo que he dicho!

Con el viento empezando a soplar algo más fuerte, lejos ya de la agradable brisa veraniega, saltó al escenario el Modfather donde minutos se divisaba un fuego que amenazaba, desde el otro lado de la carretera, la grada de la prensa. Los elementos habían comenzado a conspirar contra el festival y finalmente conseguirían sus fines.

Con un cambio notable de formación en la habitual, en la que Steve White y Damon Minchella han desaparecido, Paul Weller lo intentó, y de haber estado allí arriba probablemente hubiera podido decir hoy que el tan deseado concierto fue lo que llevaba esperando algunos años, pero no pudo ser. Mierda de sonido de nuevo(lo decimos por lo del jueves de Oasis) , frustración, ganas de mear y algo de hambre… necesidades fisiológicas por encima del disfrute musical, el peor de los síntomas.

Y repito, el de Surrey allí arriba disfrutó pero la tecnología no estuvo de su lado, ni del mío, ni del guiri rosa por la sobre exposición solar, tampoco de “Out of the Sinking” o “The Changing Man“, ni mucho menos de “Shout to the top” y qué decir de «The Eton rifles»… ni del mod de toda la vida con cara de no me lo puedo creer, ni de la del puesto de los perritos calientes sujetando ya literalmente la carpa para no salir volando hacia el país de nunca jamás junto con buena parte de las tiendas del camping.

Un rato después se nos evacuó literalmente y todos a casa, o a pegarse un ratito al pueblo que mañana será otro día. Bajo una tormenta de arena fue un caos peligroso la salida, pero no hay que lamentar incidentes humanos. Maximo Park, Magazine (que dejaron buenas sensaciones en la media hora que la ventolera les dio de tregua), Los Planetas o Kings of Leon por el aire.

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