Grupo: Enric Montefusco
Sala: Coves de Sant Josep (Vall d'Uixó)

Muchos sabéis de mi simpatía por toda fórmula o acto que nazca y se nutra de conformar una nueva identidad… a cualquier cosa. La transforme, la pernocte la estruje o la invente. Singin’ in the cave es una de esas cosas que de solo oír unas pocas palabras acerca de ello, ya te pone en caldo. No tardaría en ir a echar un ojo y percibir de qué se trataba semejante propuesta aberrante. Cueva navegable (la más larga de Europa de dicha condición), recorrido de ensueño y música. Bravo.

Pero ahora sumadle a la fórmula a un Enric Montefusco. BAM! No hay mezcla implosiva que funcione mejor. Yo imagino al señor Enric frotándose las manos cuando le contaron la expedición.

Recién resurgido de unas cenizas inexistentes (pues como siempre digo, la inquietud no descansa, y en este hombre menos) del reciente receso de ese grupo maravilla como es Standstill, dispone a aparecer de las sombras para no volver a marcharse (En una cueva tiene su punto cómico, ¿si?). Y es que tras el doloroso último concierto de la formación (un servidor estuvo presente), parecía que el dolor iba a dar más barbecho. Pero a la contraindicación, va y se casca en tiempo récord una obra teatral de la que se habla maravillas por terrenos catalanes (Tata Mala), y ya ha finalizado su primer disco en solitario, el cual presentará en octubre. ¿Qué nos regalará esta primera jornada por tierras valencianas en su nuevo yo?

BLOQUE EXPEDICIÓN

La expedición comenzaba en una ordenada fila que discurría hacia unos botes Tintinianos encargados de la ruta por las cuevas. Los datos que se van revelando de forma pildórica ante la excursión van generando expectación. Esta pieza histórica del Vall d’Uixó es una preciosidad. La realidad es que conforme uno llega no se espera ese contraste tan grande entre el lugar de la entrada y esta extraña belleza subterránea debajo de la civilización. Indescriptible. Solo narrable al lenguaje visual de contacto directo. Poco que decir aparte de la gran belleza del lugar, igual de equilibrado al riesgo de poder llevarse un golpecito en la nuca si no se cuida la altura de ciertos pasajes.

BLOQUE MINI-ACÚSTICO

Un tramo a pie y otro a barca concluyen en la meta: La Sala de Los Murciélagos.

Aquí empieza una de las experiencias más mesiánicas que he vivido. El nervio de volver a ver a Enric en un espacio tan idóneo a su personalidad, mezclado con el drama que otorgaba la escena, conseguía un cuadro magnánimo. Él sólo en la barca, al fondo de la sala, esperando al público llegar en las suyas. Unas notas enigmáticas de su guitarra española daban la bienvenida, a su style, con cierta mística. El silencio se fue apoderando del público. El Hijo de Dios (con permiso de Nudozurdo) estaba delante dispuesto a dar buenas nuevas… melodías. Pocos artistas consiguen crear tal sensación a su presencia.

Sonríe. Ya estamos a su merced. Empieza. Una nueva pieza muy destacable de nombre no revelable. Por petición exclusiva nos pidió a los presentes no revelar una coma hasta el momento indicado. Por respeto a ese afán de perfeccionismo se lo concederemos. Tras esa nueva, tiramos de hemeroteca. “Un Sitio Nuevo”, rescatado de Dentro de la luz. Descriptivo y subliminal. La reverb natural del refugio le va al guante, y es suficientemente grande para envolver en pelos de escarpias a más de la mitad del personal con sus momentos auto-coro.

Aquí aprovecharé para dar un fuerte aplauso para la organización, por montaje y planificación sobresalientes. La forma de dividir los episodios estaban calculados y paridos con ganas de quedarse con el personal y denotar perfeccionismo.

Tras ese mini-acústico, ordenadamente volvemos al lugar inicial donde está montado un pequeño escenario con asientos. Cuando ya hemos llenado el espacio, la última barca, a modo Mesías (más todavía), aparece lentamente por la orilla con Enric, ante la atenta mirada de sus feligreses. Cuando sube no puede evitar soltar esa misma comparación: “Esto es lo más mesiánico que he hecho nunca”.

MONTEFUSCO copia1

BLOQUE CONCIERTO

Tras introducir brevemente su situación, su proyecto y su estado actual (todo en catalán), se predispone a entrelazar material de Standstill con dos nuevos temas. Los susodichos, los que no deben ser nombrados que comentaba anteriormente. Uno de ellos se rescata del momento mini-acústico.

Agradece el arropamiento que siente en estos momentos tan de incertidumbre para él. Pero tiene ganas. Y las demuestra desplegando su arsenal.

“1,2,3 Sombra”, con su ya clásico empalme con “Feliz en tu día” dan el petardazo de salida. Ya nos revolvemos nerviosos en el asiento. El ambiente sigue siendo cuevil, y la sensación de cercanía es inmensa. La reverb sigue presente.

Y prosigue con “Hay Que Parar”, una versión que se notó muy sincera. Aún duele empatizar con su significado. Pero no lloremos aún, pues “¿Por qué me llamas a estas horas?” Consigue rescatar de nuestros subconscientes todo el potencial de la banda envolviendo el tema con solo su raspado de cuerdas y su voz. La potencia sin control. Nos da uno de los momentos a capella más emocionantes, perturbadores y exuberantes que haya vivido nadie a 2 metros de un artista español: “No te importa oír mi voz, voz, VOZ…” 10 segundos de -VOZ-. Un clásico ya. Cuánta rabia. Los que habéis vivido eso sabéis que ya se os ha puesto de gallina solo visualizando.

“Si Vieras” nos regala uno de los momentos más relajados de la velada, con un toque cómico por un fallo nada destacable. Leonard Cohen y su “Bird On The Wire” hace acto de presencia en forma de cover. Una traducida en catalán que ya ha sacado de la chistera en otras ocasiones Enric. “Dentro de la Luz” da paso a su primer tema X. Por revelar, ni siquiera la temática. Solo puedo adelantar que promete muchas dosis de descripción visual. De ahí volvemos al tema X2, el del mini-acústico. Este X2 personalmente me llegó más. No sean impacientes. Llegará.

“Adelante Bonaparte” nos despidió una de las veladas más emocionantes de este “Singing in the Cave” hasta la fecha. Ya el propio Enric hace alusión a lo atractivo de la propuesta. La comodidad y cercanía que crea el espacio para conectar público y música es un plato fuerte de este distintivo evento.

Se nota que disfrutó y estuvo a gusto. Tan relajado que se concedió cometer algunos fallos durante el concierto, no siendo por tanto este uno de los mejores ejecutados por él en solitario. Aún así, el sabor general de la velada no impide que la concluya con una referencia a una frase que salió por ahí de alguna letra prohibida para aplicarla al propio músico: “Que tu leyenda diga que alzaste el vuelo”.  Enric vuelve a planear.

Crónica: Joecar Hanna

Fotos: Chema Lorenzo/Coves de Sant Josep

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