Grupo: II Mirador Pop
Sala: Baluarte Candelaria

Aún con dolor de esqueleto de los días de felicidad y rock&roll vividos en Cádiz, se escribe esta crónica en la que impera la certeza del paso adelante dado por el Mirador Pop en su segunda edición.

La organización, el cartel y la localización del evento puntuaron cum laude, si bien la asistencia de público (en su mejor momento rozó las 400 personas), una constante en la ciudad sureña, pudo ser mejor. Pero la gente de Mirador tiene un plan, y por ahora ya son dos años de crecimiento forjados en carteles coherentes y de calidad; por ellos no va a quedar y los artistas anunciados en esta ocasión son la prueba.

VIERNES
Llegamos con tiempo como para patearnos y admirar el precioso recinto. Era emocionante pensar que, en aquel lugar donde se respiraba historia y mar, en un rato estaríamos gozando de vatios y electricidad. La puntualidad nos permitió disponer de alguno de los documentales que amenizaban la tarde y, birra en mano, disfrutamos del más que recomendable A propósito de Rodríguez de Sergi A. Minguell.

Acertada la idea de regalar visionados de documentales en el mismo recinto, pero la llamada a la acción era obvia y en la barra esperaban manjares sólidos y líquidos que, por pocos “Miradores” (moneda Oficial de la República del Mirador Pop), servirían de avituallamiento hasta el comienzo de la actuación de I Am Dive y Fran Nixon. Aperitivos sonoros para aquellos que habían decidido optar por el fin de semana completo y, en consecuencia, por un viernes cuyos conciertos se llevarían a cabo en un escenario secundario y más recogido que el que se luciría en el día grande.

Inéditos hasta el momento para el que escribe, los sevillanos Esteban Ruiz (voz de The Baltic Sea) y José Pérez (de Blacanova) se ganaron todo nuestro respeto. A pesar de que el sol se había hundido por el mar y un viento frío nos recordó el sayo olvidado en casa, el dúo fue acaparando atención con un comienzo acústico de aires country-pop a lo Fleet Foxes para ir sumando dificultad y bases lanzadas desde un ordenador, finiquitando con una atmósfera casi hipnótica. Guitarras cristalinamente acariciadas, seriedad (también en sus rostros) y convincente timbre de voz, no se los pierdan, se llaman I Am Dive y el viernes 15 de julio tienen un sitio en FIB.

A pesar de los más que interesantes detalles que nos habían dejado el in crescendo I Am Dive en la apertura de la segunda edición del Mirador Pop, la noche de junio en el Baluarte Candelaria era más fría de lo habitual. Algunos incautos, como nosotros, que habíamos ya encarcelado las mangas largas en la prisión de la naftalina, nos inventábamos recovecos para resguardarnos del inesperado viento.

Afortunadamente Francisco Nixon lo tenía todo bien claro a priori… o no, pues subió al escenario sin setlist, pero a sabiendas que dependía de él aumentar la temperatura un par de grados. Y vaya si lo hizo.

Desnudó uno tras otro los grandes temas que forman parte de su trayectoria en La Costa Brava y su proyecto en solitario para, como siempre desde punto tan difícil de encontrar entre lo irreverente y lo naif, reivindicar lo bello de lo simple y el calor de la melodía.
Más que adaptado a ese concepto de ‘petit comité’ que supone el estar solo con la acústica (esta vez Ricardo Vicente no le acompañaba) promovió el desplazamiento de los presentes desde los más protegidos rincones hacia el centro del escenario verbigracia de “Adoro a las pijas de mi ciudad”, “Erasmus borrachas”, “El cumpleaños de Ronaldo”, “Inditex”, “Déjese querer por una loca”, “Treinta y tres”, “Canción de regalo”…un extensísimo repertorio de canciones de dos minutos que se hizo más que corto. El público coreó, el viento coreó, la naftalina apresada coreó… “La vida sigue igual” de Julio Iglesias sirvió de final, como cuando el gran Algora y él mismo finiquitaban sus actuaciones de LCB. Después de alguna petición, “Olímpicos” y “Hazte camarera”…ya sobraba hasta la manga corta.

SÁBADO
El día anterior había sido un suave y satisfactorio preludio de la jornada grande que aguardaba el sábado. Hubiera sido pecado –más con el día que hacía- no remojarse en el Atlántico, visitar la Catedral, el Pópulo, o el Barrio de la Viña, la Caleta, la Alameda o no darse un homenaje de tortillas de camarón, cazón, huevas, papas “aliñás”, gambas y ortiguillas… Nosotros, fieles a nuestra fe, nos plantamos en el Baluarte Candelaria con el estómago lleno, la piel enrojecida y la conciencia más que limpia.

Mientras los más aplicados disfrutaban en la sala de audiovisuales de la sesión de capítulos de Mapa Sonoro cedida por La 2, La Habitación Roja, o parte de ella, desembarcaban -directos desde Valladolid donde habían actuado la noche anterior- sin casi tiempo para probar. Jorge Martí (voz y acústica), Pau Roca (guitarras acústica y preciosa Gretch eléctrica) y Jordi Sapena (teclados y Telecaster) se dispusieron a regalar un resumen semi-acústico a través de algunos de los temas más destacados de toda la trayectoria de la banda.

Primera vez que los valencianos actuaban en Cádiz y la canción iniciática que allí se marcaron, no podía se otra, “Scandinavia”. Se les veía exhaustos, pero la ilusión de niño pequeño de Jorge y la fiereza del sol impactando en sus rostros fueron insuflando energía al bolo. Llevándolas a un terreno más folky y amansando su velocidad, canciones como “Van a por nosotros”, “Nunca ganaremos el mundial”, “La Edad de Oro”, “Febrero”, “Universal” o “Younger” sonaron de manera disímil; no cabe duda, fue una manera insólita de ver a La Habitación Roja.

Ahora les toca volver en eléctrico, bajo su verdadera piel, y el propio Jorge lo impetró explícitamente a la organización. Finiquitaron con “Cajas Tristes” y, aunque les tocaba partir a Sevilla donde actuaban en unas horas, todavía les dio tiempo cargar la furgoneta con algunas dosis de sardinas y salmorejo… drogas sureñas del nuevo indie.

Después eran Tannhäuser que, a pesar del nombre, también proceden de Hispalis… aunque de cantores tienen poco. Hay vida en el rock instrumental patrio y, si Toundra nos lo habían dejado claro unas semanas atrás, con Tannhäuser llegó la reafirmación. Por algo ambos grupos se encartelaron, hace un par de semanas, en el mejor festival de España. Donde también estuvieron algunos de sus maestros como Mogwai o Explosions in the Sky, mira tú por donde. Aunque el comienzo fue algo dubitativo, la cosa acabó en delicioso ruido digno del volumen brutal que los secundó.

Era el momento de las encantadoras Me And The Bees, poseedoras de uno de los discos más exquisitos del pasado 2010, Fuerza Bien (La Castanya, 2010) y las únicas (pobre Carloto siempre hablando de ellas en femenino) que se dejaron ver desde el viernes por “La Tacita de Plata”.

Con la guitarrista habitual lesionada y sin ejercer al 100%, algo de cachondeo privado entre sus componentes y el viento jugando con la falda de Esther Margarit el grupo catalán volvió a demostrar que su directo en tan atractivo como naif. Tal vez ahí resida la magia del pop travieso de aires folk que destilan composiciones como “Don´t come back”, “Tibidabo”, “The bags” o “After all your cancers”.

Mientras, desembarcaba Maika Makovski, apenas una hora antes de su turno, con todos los trastos.

Sí, has acertado, sin prueba de sonido. De esto, paradójicamente, nos dimos cuenta después, una vez la consciencia recuperada del que fue de lejos el mejor concierto del festival. Todo el viento frío de la noche anterior transformado en una gelatina ardiente y cristalina que nos dejó descolocados desde el primer acorde hasta el último bocado de fuego con “Lava Love”; tórrido recorrido por la mayor parte de los temas que componen su tercer álbum homónimo (por cierto, dentro de poco habrá novedades).

Tórrido porque es insultante la facilidad de Maika para seducir y atormentar a partes iguales en el directo con ese torrente de voz, tan innato como desbocado, tan inalcanzable e imposible de aprender. En cierto modo hasta deja en mal lugar sus propias grabaciones. “Devil tricks”, “No blood”, “Ruled by Mars” junto a su creación con Havalina “Heart pieces downtown”, fueron el clímax dentro del clímax.

Y todo esto, es necesario repetir, sin prueba de sonido. Excepcional. Y fue de noche, y fue oscuro (tal vez demasiado) y un castillo y la luna se iluminaron en lo alto.

Ojipláticos y despeinados todavía por el ciclón Maika, Triángulo de Amor Bizarro venían del norte y con ellos ya sabe, no hay bromas. Sin dar tiempo a Isa a tomarse una copa, el grupo arramblaba ya desde arriba como la apisonadora que son. Poco que ver con el pop y cada vez más con la deconstrucción ruidista rock, los gallegos abrasaron de nuevo a los incautos que se situaron frente a los monitores. Su estado de forma es tal que, sin apenas pruebas, consiguen las incómodas atmosferas que sus discos exhalan. Somos de los que los prefiere en sala cerrada, pero cuando se habla de una de las mejores bandas de España tampoco es como para quejarse cuando se tiene de nuevo la oportunidad.

Cerrando el festival, Antonio Luque respondió sobradamente a su condición de cabeza de cartel apoyándose en todos y cada uno de los temas que lo han hecho grande en esa segunda parte de su carrera que conforma la parte ‘luminosa’ de la misma.

Con su formación habitual (Javi Vega, Jordi Gil y Pablo Cabra) presentó su reciente trabajo, Presidente, el cual se aleja del marcado acento folclórico andaluz que tenían El mundo según y Ronroneando. Por si no había suficiente, la banda la reforzó Miguel Rivera (también de Maga) a los teclados en el que fue uno de los momentos de la velada. Sr. Chinarro como banda sigue creciendo y en directo funciona como una máquina hacedora de pop.

Un álbum algo más irregular, con dos pilares claros en “Babieca” y “María de las Nieves” pero que ganó enteros en directo (“El boxeo”, “Una frase socorrida”) para coger de la mano a sus joyas como “Los amores reñidos”, “Del montón”, “Quiromántico”, “Dos besugos” y la más que preciosa “El lejano oeste”.

En definitiva, gran apuesta y paso al frente del Mirador Pop en todos los sentidos. De verdad esperamos que la justicia, sobre todo si es poética, les ayude a perdurar durante muchos años.

Después la fiesta continuó en el Imagina… pero ahí la memoria (que es sabia y selectiva) ya se diluye en un océano de Estrella de Galicia, Jägermeister y combinados del backstage. Algunos compañeros de medios más comedidos, véase El Enano Rabioso, sí pueden contar algo de lo allí sucedido… Una cosa es clara, nos vemos en la tercera edición.

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