Grupo: La Casa Azul
Sala: Sala Noise

No me canso de verle” fue una de las frases más escuchadas el sábado en la sala Noise. Después de prodigarse por numerosos festivales de verano y recorrer España entera presentando La Polinesia Meridional, La Casa Azul volvió a Valencia donde le esperaba, de nuevo, su fiel público. Exactamente igual que hace 9 meses (el 2 de marzo en la misma ubicación), un entregadísimo e inagotable Guille Milkyway comenzó su concierto con “Los chicos hoy saltarán a la pista”, dando el pistoletazo de salida a bailes non stop que continuaron durante las 2 horas y media del concierto.

Mismo set list, mismas luces y pantallas, misma ropa y mismos instrumentos. Rutinas que al contrario de lo que pueda parecer, no sólo no cansan, sino que enganchan. Un público un poco más adulto que veces pasadas (los precios de las entradas rondaban los 18 euros), disfrutó del brillante sonido y de la atmósfera de diversión sin pretensiones, sin esperar novedades, simplemente feliz.

Unas coreadísimas “Chicle Cosmos”, “Sucumbir”, “La Fiesta Universal” y “El momento más feliz” dieron paso a una casi desgarradora interpretación de “Yo también” al piano. Así es Guille, capaz de pasar del éxtasis efervescente al romanticismo más puro. Un Guille que, aunque sigue siendo un poco vergonzoso, consigue contagiar al público y sacudirle con temas como “Red lights” o una versión de “Take on Me” con karaoke incluido. Una timidez vencida gracias a su música y reconocida en “Terry, Peter y yo”, la canción más sentida del álbum para el artista.

Siguió un mix de sus viejos éxitos “Galletas”, “C´est fini” y “Hoy me has dicho hola por primera vez” (decir que fueron coreados como himnos es poco). La sala continúo cantando absolutamente todas y cada una de las canciones como “No más Myolastan”, “La vida tranquila” y “Europa Superstar”, mientras Guille se lo agradecía: “Tengo la voz un poco mal pero espero compensarlo con mi alegría”. Lo compensó tanto que no quería dejar el escenario. Después de 2 horas de show el público seguía bailando con “Superguay” y “Salvese Quién Pueda”, y literalmente vibrando de emoción con “La niña más hermosa” y la mítica “Como un fan”, de nuevo al piano.

Cerró el concierto casi a medianoche la explosión de “La Revolución Sexual”, archiconocido tema que nos dejó el corazón a mil y la cabeza en un estado de “ñoñería” confesada sin vergüenza. Una noche de diciembre sin frío y un maravilloso concierto que nos hizo creer de nuevo en el amor. Como dice el propio Guille Milkyway: “Viva el dolor, y el desamor… pero que viva un poco más el amor”. Así fue y así salimos de la sala: enamorados.

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