Leiva en Concerts de Vivers 2022: “Todo es tan perfecto. Nadie entiende el movimiento de sus alas” 

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Como dice Keith Richards en su documental homónimo ‘Keith Richards: Under the Influence’ (2015) si ya es un prodigio vivir para montar una banda de rock tener el beneplácito de poder gozar de dos bandas propias a lo largo de una vida es un privilegio. 

Leiva, la figura que proyecta José Miguel Conejo Torres, tiene ese don, la cualidad de poder rodearse de una serie de personas con la que comparte escenario y a las que puede llamar familia. 

Esta comunión jamás estaría completa de no ser por las siluetas que se proyectan frente al escenario, esas que hasta que no se encienden las luces del final de la función no son identificables por el artista principal y sus músicos, pero que sin ser vistas son las que hacen real ese espectáculo. 

Tras tres años de parón (por los motivos que todo ser humano conoce) los Concerts de Vivers han regresado tal y como son: con un público latiente, incansable y necesitado de riffs de guitarra. 

“Terriblemente cruel” abría una noche que se había hecho esperar mucho más de su cuenta atrás que aparecía en la pantalla del escenario. 

“Cuando te muerdes el labio” es un disco en el que Leiva se abriga aún más si cabe de esa familia, de voces que son presente y futuro, pero sobre todo que son refugio. “Stranger Things”, “Flecha” o “Histéricos” fueron el claro ejemplo de canciones redondas excelentemente defendidas, aunque para este tour el madrileño no pueda contar con las invitadas de su último disco. 

La cima de esta noche llegó por un descuido previo, en el que Leiva confundió la V de València con la B de Barcelona y para resarcirse regaló al público que llenó el recinto de Viveros su “Vis a vis”, a la que siguió “Como lo tienes tú” y “Estrella Polar”, ambas de aquellos lejanos tiempos de los primeros pasos del siglo, cuando la familia era otra, pero las intenciones y el rock partían del mismo sitio. 

Y es que como cantó a continuación en “No te preocupes por mí”: “No te convence, todo cambia, nada permanece”. 

Por Sergio F. Fernández 

Fotos de Sergio Lacedonia