Grupo: Nacho Vegas
Sala: Moon

Hace poco más de medio año, bajo los focos del Palau de Música, Valencia tuvo el placer de contar con la actuación de Nacho Vegas, quien presentaba por vez primera en nuestra tierra su álbum “Violética” (Marxophone, 2018), el cual ha llegado a estar nominado por nuestra redacción entre los mejores discos a nivel estatal.

En esta ocasión su actuación se enmarca en el ciclo de conciertos “Naranjas Sonoras”, encargado de completar nuestra, ya de por sí, abultada agenda cultural. Tras una larga gira que le ha llevado por unos cuántos rincones de México, el asturiano nos citó en la sala Moon a aquellos incansables que habíamos vuelto a renovar nuestras ganas, un compromiso casi anual que, a estas alturas, para muchas de nosotras y de modo referencial ya ha llegado a los ocho años y medio.

Es destacable el cambio de localización, si bien el Palau de la Música contaba a su favor con la magnificencia del espacio y la excelsa calidad de los medios técnicos, la realidad es que la sala Moon nos ha permitido una cercanía y calidez que, quizá, extrañábamos en él.

 

Por otra parte, y por contrastar una actuación que estuvo a la altura a la que nos tiene acostumbrados, cabe señalar un pequeño fallo. Valencia ha sido la primera ciudad repetida en esta gira “Violética”, lo cual ha permitido el disfrute a aquellas personas que no tuvieron la oportunidad de acudir el pasado mes de junio. Pero en los cálculos de previsión también tenía cabida un porcentaje, más o menos considerable, de “repetidores”.

Probablemente quién se encuentre en esta suerte de colectivo se dé por satisfecho con volver a ver al cantautor antes de lo esperado, pero quizá también esperaba ver algo, aunque fuera mínimamente diferente. El setlist, que como ya comentamos en su anterior visitar, estuvo equilibradamente confeccionado entre clásicos y novedades, fue prácticamente idéntico en esta nueva ocasión.

Esto no es que convirtiera el directo en algo tedioso e interminable, pero sí en algo previsible. Un par de intercambios y algo de desorden es, más que factible, que hubiera sido bien recibido tanto por los viejos conocidos como por aquellas personas para quienes el directo de “Violética” aún era inédito.

 

Por contraste y en lo referente a la puesta en escena sí que hubo alguna que otra sorpresa. En esta ocasión no estuvo acompañado por el Coru Antifascista, respondiendo a la lógica de las dimensiones del escenario, pero sí se sucedió una visita inesperada de alguien muy apreciada en estas tierras, Soledad Vélez. La chilena subió al escenario para convertirse en la excepción de esta melliza lista de canciones y realizar una más que correcta colaboración en “La Última Atrocidad”, logrando equipararse en potencia a la voz de Cristina Martínez.

De nuevo nos mueve el regocijo y la ternura irremediable que nos produce la visión de Vegas en cada una de sus visitas a nuestra ciudad, nos alegra reconocerlo en sus gestos y reivindicaciones (en esta ocasión tampoco se olvidó de la plataforma por el cierre de los CIES), sigue haciendo temblar nuestros labios en los momentos más bajos para luego elevarnos y hacernos cantar a pleno pulmón cuando marcan los tiempos. Por lo que, si bien esta vez hemos encontrado un pero, debemos comprenderlo como un paso hacia la madurez y a una devoción bien comprendida. Es casi seguro que su vuelta a la capital del Turia será más tardía en la próxima ocasión, como lo es que será igual de deseada.

Al fin y al cabo, cada directo de Nacho Vegas no deja de ser un acto inexplicable que dista mucho de convertirse en una gran broma final.

Crónica: Cynthia Cruz.

Fotos: Gabriela Georgieva @gabgeo.foto.

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