Grupo: The Duke & The King, Micah P. Hinson (& Tachenko) y Black Joe Lewis & The Honeybears
Sala: V Festival Heineken Greenspace (Port de València)

La quinta edición Festival Greenspace tiene como principal particularidad, más allá del atractivo musical -que es más que bastante-, su nuevo emplazamiento. Cerradas por reformas las viejas naves portuarias por variopintos intereses, a la música parece que una extraña fuerza oculta en Valencia se ha empeñado en acercarla más todavía al mar. Sin llegar a mojarse, este Greenspace con un cartel rematado con un buen puñado de atractivas y actuales bandas se ha ido hasta el Tinglado Número 2 del Port de València. Y la primera experiencia, al menos para quien firma estas letras, bajo su techado no puede ser mejor.

Será por las condiciones, por este extraño noviembre en lo metereológio, porque la acústica mejora lo anterior por varios cuerpos de diferencia o porque -y creo que va ser por esto- las tres bandas de la primera jornada del festival clavaron tres recitales con cuerpo, fondo y forma.

Lo bien cierto es que la jornada inaugural del Festival Greenspace superó las expectativas de los paladares que se dieron cita a un tiro de piedra del mar. Noche de distinción, porque distintos son The Duke & The King, Micah P. Hinson (& Tachenko, sí los de Zaragoza) y Black Joe Lewis & The Honeybears, y las tres bandas se empeñaron en defender con brillantez su territorio, y eso en esta clase de citas siempre es de agradecer.

The Duke & The King
es una banda con pedigrí. Con un álbum de debut (Nothing Gold Can Stay), su trayectoria suma en este proyecto liderado por Simone Felice (The Felice Brothers) y ofrece canciones que no dejan indiferente. Lo mostraron sobre el escenario en un concierto a más, sin titubeos y repleto de registros. Los componentes intercambian sus roles sobre el escenario y a la hora de poner voz los temas participan todos. Les faltó cancha, esa siempre es la maldita realidad de los festivales, que cada recital es siempre una jodida carrera contra el reloj, y duques y reyes tienen un temple especial para elevar sonidos y construir canciones que se entrelazan en el folk y el pop.

Siguió Micah P. Hinson, el songwriter natural de Memphis que acaba de publicar un álbum de personalísimas versiones, que van desde Roy Orbison a Bob Dylan, Leonard Cohen o Leadbelly. Auténticos clásicos pasados por el tamiz particular del genio, y porqué no decirlo también por el de la banda que le acompaña en esta gira por España, los Tachenko de Zaragoza con el inconfundible Sergio Vinadé o ese batería del valenciano barrio de san Marcelino que es Alfonso Luna.

Sin duda, fue el concierto de la noche sin desmerecer del resto. Pero la profundidad de voz de Hinson, curtida a base de cigarrillos, la intensidad con que se abordaron, por ejemplo, 'In the pines' o 'The Times They Are Changin', y ese toque a lo Tachenko, sentaron como auténticas descargas. La piezas sonaron intensas y breves, pero en el punto adecuado, y si algo le faltó al recital fue la continuidad. Y es que Micah P. Hinson tiende a quedarse disperso entre canción y canción, pero aún así, acompañado por una banda competente, sólo quedaron ganas de más al final.

La definitiva actuación de esta primera jornada corrió a cargo de Black Joe Lewis & The Honeybears, que vinieron a poner un punto y seguido a lo presenciado anteriormente. Le dieron ritmo a la cosa, porque lo suyo es el funk, el soul, los ritmos bluseros imparables y una actitud sobre el escenario huracanada.

La mayor culpa de ello es de Black Joe Lewis, que cuando se aplica a la guitarra lo hace con una agilidad que espanta si se mira fijamente sus manos. Pero The Honeybear no se quedan en comparsa, y tanto la sección de vientos, como la de cuerdad y la percusión ponen todo en el asador para que el resultado no deje a nadie indiferente. Los primeros viente minutos de actuación fueron de nota. Luego la cosa bajó algún que otro entero y hacia el final se invocó al maestro James Brown y la cosa acabó por todo lo alto.

La primera velada de la quinta edición del Festival Greenspace no merecía otra cosa.

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