Grupo: Santero y los Muchachos
Sala: Jerusalem

“Antes tenía que decir que somos Santero y los Muchachos, pero creo que hoy no hace falta”, sentenciaba emocionado Miguel Ángel Escrivá, vocalista y alma del grupo ante una sala Jerusalem abarrotada. Santero y los Muchachos ya no necesita presentación, no es preciso aclarar que vienen de otras formaciones, porque su nombre se ha instalado en nuestras cabezas y lo ha hecho para quedarse. Desde que su primer disco Ventura viera la luz el año pasado, su ascenso ha sido vertiginoso. El concierto de la sala Jerusalem es solo una muestra más de ello.

Fotografía: Paula Banyuls

No se puede reprochar nada a la hora y media de directo. Fue un homenaje al rock de los 70, al sonido analógico, a la música sin artificios ni florituras. Fue como ver un concierto en blanco y negro, con la elegancia y el aplomo que concede llevar toda la vida en la carretera. Interpretaron su disco íntegro, tocaron dos versiones y subieron al escenario a Joe de Rubick, Sergio de Pastore y May, Rafa y Raúl de Badlands. Y entre tanto trajín, Miguel Ángel se subió a su contrabajo, para después brindar, siempre con whiskey, con nosotros, mientras le cantábamos al amor, a la muerte, al desamor, a México, y a la vida.

Fotografía: Paula Banyuls 

Fue en definitiva un ejercicio de buen gusto y elegancia de una banda que cuida al detalle cada melodía y cada sonido y que sabe perfectamente qué teclas tocar para que su cada vez más abundante público, salga enaltecido de cada concierto.

Fotografía: Paula Banyuls

Fotografía: Paula Banyuls

Fotografía: Paula Banyuls

Fotografía: Paula Banyuls

 

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