Entrevistamos a: Love of Lesbian
Redactor: Aixa Valiente
Género: Pop / Rock alternativo
País: España

Llevo toda la noche sin apenas pegar ojo pensando en la cita que tengo alrededor de las 12:00 de la mañana en un hotel de Valencia. Allí estarán esperándome los integrantes de Love of Lesbian uno de mis grupos de cuna y porque no decirlo, uno de mis sueños musicales y como no, personales.

Cojo dos autobuses para llegar hasta allí mientras escucho las canciones de «El Poeta Halley». En una de las paradas comienza a sonar «Males Pasajeros» y en mi cabeza empieza a rebotar su letra «huirán, fluirán, caerán, se irán».

Cuando llego a mi cita me encuentro con Fran y su cámara que me van a acompañar en este momento casi onírico y vemos a Santi Balmes sentado en la terraza del hotel, removiendo un café y con su paquete de tabaco en la mesa. Le saludamos como si fuéramos dos niños que pisan por primera vez Disneyland y él mismo rompe el hielo diciéndonos: «Sentaros, coño». Nos explica que no pueden estar todos porque se han tenido que partir para atender a otros medios de comunicación. Se le ve cansado pero afirma que está muy contento con la promoción del disco. Empezamos a charlar.

¿Qué tal las primeras impresiones que os llegan sobre «El Poeta Halley«?

Santi Balmes: Sospechosamente bien. Teníamos muchísimo miedo porque a priori cuando estábamos en la mezcla, nos daba la sensación de que el disco no era especialmente fácil, pensábamos que íbamos a saturar los cerebros pero está funcionando. Nuestros «compis» de profesión nos han dedicado palabras muy chulas. Generalmente la industria tiene esa ecuación de que cuando las críticas son buenas el disco no va a funcionar y pienso «mira que si vamos a ser de los pocos que va a coincidir». Está funcionando muy bien. La gente ha entendido la filosofía del disco que es: «tómatelo con calma». Hemos huido de las prisas, de la inmediatez, hemos decidido ser libres otra vez.

¿Cómo nace la idea de «El Poeta Halley«?

S.B.: Cuando hacemos un disco surge de dos cerebros creativos que solemos ser Julián y yo, él es mi asistente en el parto, a él le comento las primeras ideas que rondan en mi cabeza y él recoge la pelota y le vamos dando forma antes que llegue la intención a los demás. El resto descansa porque se encargan de otros temas como el repertorio, las luces…aquí yo ya me he retirado. Julián y yo somos los guionistas.

Una vez tenemos el concepto del disco presentamos la intencionalidad de hacia dónde queremos ir. Este disco tenía que ser como un punto y aparte después de Nouvelle Cuisine Canibal dónde nos desahogamos, fue nuestra parte bizarra y ahora con «El Poeta Halley» es todo mucho más puro. Cuando tienes la idea necesitas unas columnas vertebrales unas tres o cuatros paredes maestras en forma de canción, en este caso han sido «Psiconautas», «Planeador» y «El Poeta Halley» aunque siempre se quedan canciones que me siguen rebotando en la cabeza, quizás más comerciales, pero tenía claro que no entraban en «El Poeta Halley«, por eso la idea siempre tiene que prevalecer. Cada disco tiene que tener una sensación.

¿Cómo habéis encajado todas las piezas del disco?

S.B.: Estamos en un momento en el cual somos capaces de ir de una canción de corte cinematográfico como «Canción de Bruma» u «Océanos de Sed» a hacer  «I.M.T (Incapacidad Moral Transitoria)» que es un desahogo que sirve para desengrasar el disco. Cuando escuchas un disco 100% etéreo te genera claustrofobia y a nosotros la experiencia nos ha llevado a poder abarcar en un mismo disco diferentes temas jugando todo el rato. Nos gusta jugar, es un buen parvulario.

¿Qué diferencias hay respecto a vuestros discos anteriores?

S.B.: En «La noche eterna. Los días no vividos» pecamos de autopresión. Fue una especie de autocastigo. En aquel momento los grupos nacionales teníamos la capacidad de poder asaltar la banca y eso es lo que intentamos con ese disco. El otro día por ejemplo, estábamos ensayando «Si tú me dices Ben yo digo Affleck» y pensaba: me encanta, pero este disco tiene algo más, es un cuidado más intenso, exhaustivo la realidad es que «El Poeta Halley» no puede venir si no es después de un año de reflexión, de pensar de una manera calmada como ves una obra musical, más allá de la búsqueda de la inmediatez.

¿Cómo has vivido personalmente el parón?

S.B.: Muy bien. Yo no lo he echado de menos para nada. He podido estar en Islandia con mi familia cosa que era implanteable en estos 6 años, podías tener temor de que la gente se olvidara de la banda pero no ha sido así. Es necesario y esto tiene que ser cíclico. Se necesita tiempo para madurar una idea, retorcerla, simplificarla. Necesitaba recuperar el pulso del día a día, si no al final adquieres una distancia y no sabes de qué hablar, estar en el tío vivo constante no es nada fructífero

¿Cómo afrontas lo que viene ahora?

S.B.: Me da un poco de pereza y todavía estoy intentando coger el ritmo de los acontecimientos pero por otra parte tengo muchas ganas de ver cómo reacciona la gente. Tienes que entrenar el cerebro constantemente para ello, si no, es un horror.

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Aparece Joan Ramon Planell, bajista de Love of Lesbian, dispuesto a incorporarse a la entrevista, nos saluda y se presenta. Siempre he pensado que Joanra es el alma de Love of Lesbian.

¿Qué opinión os merecen las críticas que os llegan, en qué nivel os afecta?

Santi Balmes: Es la cultura de la impulsividad de no reflexionar y no contar hasta diez. La vida nos ha convertido en consumidores y debemos estar todo el rato emitiendo veredictos. «El Poeta Halley» es un disco que si no tienes una base de fans grandes te puedes pegar un buen «castañazo». Pensábamos en cómo se iba a tomar la gente el disco y de repente la gente lo escucha y dicen que es el disco de reconciliación con nosotros entonces te das cuenta que el público no es imbécil y tiene ganas de escuchar cosas que le lleven a otro lado, huir de esquemas, ir un paso más allá y reinventar lo que es nuestro propio estilo, nuestro discurso.

Joanra Planell: Si me dicen lo de: «no sonáis cómo antes”, yo me alegro. Las críticas nos afectan según la forma que tienen porque algunas frases decapitan el trabajo de muchos años. Yo cuando recomiendo cosas a la gente recomiendo cosas que me gustan para que lo disfruten, no les digo «escucha esta mierda». Hay cosas que dan rabia pero forma parte del juego aunque sí que es cierto que el público «talibán» a veces no tiene claro la línea del amor-odio.

Santi Balmes: Quién te quiere mucho te puede llegar a odiar.

¿Sois conscientes de la influencia que podéis llegar a tener en la gente a nivel emocional?

S.B.: Hay dos lecturas: en una hay un tío que conozco muy bien que tiene un grupo que le funciona mucho y que se llama Santi Balmes, se parece mucho a mí pero no soy yo. Hay una distancia entre lo que le sucede a la banda y lo que son los miembros de la banda, no hay como una conciencia de lo que es el éxito, la popularidad, como llegas a las personas. Nos cuentan historias que son alucinantes y te sientes abrumado, no sabes cómo reaccionar. Hay personas que cuando las canciones salen al exterior las sienten de una manera más intensa pero yo quizás escribo una letra en diez segundos de mi vida complicados y se materializa en una canción que va a sonar toda la vida. Hay un momento que te supera pero el impacto emocional no lo puedes controlar, cuesta mucho de explicar a un tercero. Cuando sacamos un disco no sabemos nunca donde nos va a llevar ni las experiencias que nos va a aportar, a nosotros cada disco nos ha cambiado la vida y si conseguimos que cambie la de los demás, espero que sea para bien.

J.P.: Hay que vivirlo poniendo un poco de espacio entre la gente porque al final todos tenemos nuestras miserias y si ya de paso te crees que eres una especie de mesías, puede ser muy peligroso para la mente, para tu ego aunque a veces las cosas que te dice la gente te dejan tocado. Nos han pasado cosas alucinantes pero nos ha pillado ya con una edad y con un entorno familiar muy cómodo. Si todo lo que estamos viviendo nos llega a pillar en 1999, estaríamos todavía de after (se ríe).

S.B.: Somos estrellas de rock a tiempo parcial. Llegas a casa y tienes una vida cotidiana. Yo no me he movido del mismo pueblo y hablo con la gente de toda la vida, para mí es un placer y eso te enseña a mirar las cosas con cierta distancia, alomejor te dicen: «vaya discazo» y dices: «ah, muy bien, una barra de pan, por favor» a mí me da mucho morbo esta situación.

¿Cómo fue la experiencia de colaborar con Joan Manuel Serrat en el tema «El Poeta Halley»?

Santi Balmes: Imagínate.

Joanra Planell: Santi lloró.

S.B.: Es una de las canciones que yo creo que va a trascender de nuestra historia. Va un paso más allá de no sé donde pero desemboca en una especie de río Nilo dorado que es la poesía final y la verdad es que es una sensación increíble.

J.P.: Yo recuerdo el día que actuaron en la Joy Eslava Pancho Varona, Julián y Santi y estuvieron haciendo una serie de conciertos repartiendo el repertorio lesbiano y el de Sabina.  A veces metían algún momento literario y recuerdo que le dije en el camerino: «la poesía de la metáfora de la gramática ha sido lo mejor del concierto».

S.B.: Sí, es verdad, me lo dijiste. Yo no tenía pensado publicar ese relato porque con lo que estaba escribiendo en ese momento no me cuadraba pero después pensé que el impacto que podía tener en la canción podría ser más grande. Fue un encaje de bolillos gracias a Pancho y Candela Serrat -hija de Joan Manuel-. El día que la grabamos éramos doce personas en el estudio, con la luz apagada y cuando acabó dijimos: ¿Perdona, esto qué es? fue mágico. Ahora cualquiera acaba un disco…

¿Con qué canción os quedáis de «El Poeta Halley»?

J.P.: Yo voy por momentos. Al principio mi preferida era «Bajo el Volcán», mientras que «Males pasajeros» no la veía nada clara y ahora es mi preferida.

S.B.: A mí me gustan las que son pequeñitas como «Canción de Bruma» u «Océanos de sed».

J.P.: Por ejemplo con «Psiconautas» se crea una atmósfera mística entre nosotros dónde como músicos disfrutamos mucho.

S.B.: Con «Psiconautas» a mí me pasó una cosa muy bonita. Yo escribí un relato que se llama «Roma» para «La Doble vida de las hadas» y cuando lo acabé de escribir me entraron muchas ganas de volver a la ciudad, al cabo de un mes volví y paseando por una calle de allí me vino la melodía de la segunda parte de la canción, cuando llegué a casa empecé a componer la melodía y me di cuenta que juntando las dos partes de la canción funcionaba y así el relato me llevó a Roma y Roma a «Psiconautas». Es hacer caso al instinto, que haya magia en las cosas.

En todos vuestros conciertos se generan atmósferas muy especiales: ¿Alguna pista de lo que nos deparará el directo de «El Poeta Halley»?

S.B.: Lo estamos estudiando pero no tenemos aún claro el concepto. Este año va a ser un working progress hasta que en la gira de ciudades del año que viene la idea que queremos presentar no tenga fisuras. El disco no ha acabado aún y este es el primer paso, falta ver como lo desarrollamos, que canciones resultan mejor y con cuales se crea una atmósfera determinada. Como dato te podemos adelantar que vamos a recuperar algún tema de «Maniobras de Escapismo» hizo diez años en 2015 y hasta cierto punto es como una vuelta al ciclo.

Y ya que estamos en Valencia ¿Cómo os sentís cuando venís a visitarnos?

S.B.: Valencia siempre ha sido muy buena plaza para nosotros.

J.P.: Siempre hemos dicho que «el rango lesbiano» es Barcelona, Madrid y Valencia. La Wah Wah es como nuestra casa, justo allí fue dónde dijimos: «Aquí está pasando algo».

S.B.: Uno de los sitios donde empezó todo a nivel moral fue en Valencia. Era la constelación más cercana de que algo que estaba pasando te traspasaba, que te trascendía. Tenemos una relación muy bonita con Valencia.

¿Hay mucha diferencia entre el público de cada ciudad?

J.P.: Sí. España es alucinante. Mira que somos un país pequeñito pero cada público es un mundo, no es homogéneo por ningún sitio. Por ejemplo el concepto de chulería de Madrid no existe, es un estereotipo absurdo. Es un público súper explosivo, baila, canta, grita. Por otro lado Galicia no tiene nada que ver con Andalucía y aquí en Valencia sois falleros. Es muy curioso pero es muy guay.

Y ya que habéis decidido comenzar la gira de «El Poeta Halley» en al otro lado del charco. ¿Cómo es el público mexicano?

J.P.: Lo de México es exagerado. Ves gente que se da golpes en el pecho cuando te escucha, quizás también es por lo que está pasando en el país, viven una situación muy complicada. Quizás la lógica es que cuando la gente tiene su momento de ocio y de desconexión con la realidad quiere aprovecharlo al máximo.

S.B.: Ellos son muy emocionales y público muy fiel. “1999” les pegó tanta hostia que a partir de ahí tuvieron ese afán de gritar, les llegó un disco cómo caído del cielo. Tengo mucha curiosidad de ver cómo va a funcionar este disco, no lo tengo tan claro.

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En España últimamente hay una clara tendencia de nacimiento de nuevos grupos indies que crecen como la espuma. ¿Cómo vivís vosotros el panorama musical actual?

S.B.: En este país la cosa es muy cíclica. Hay momentos de eclosión y momentos de sequía. Es cierto que a partir de los 90 algo se torció porque primero empezó la música mainstream y después empezó la invasión de los ritmos electrolatinos, reggaeton etc. Me hace gracia cuando a nosotros nos dicen que  somos indiemainstream, entonces piensas «analiza este país y te vas a dar cuenta lo que es comercial y lo que no». Vetusta Morla o nosotros podemos tener un buen índice de ventas pero al final es una excepción. Respecto a los grupos que intentan seguir la estela de lo que nos ha podido pasar a nosotros bienvenidos sean porque la escena se tiene que revitalizar pero mi consejo sería que no intenten hacer lo mismo porque si no serán huérfanos en las próximas generaciones.

J.P.: Nosotros siempre hemos estado desde nuestra pequeña burbuja de extrarradio haciendo lo que nos ha dado la gana y al final hemos llegado aquí sin fijarnos en nadie.

Llevamos una hora charlando de música pero veo necesario abordar la actualidad ¿Cómo os influye como músicos la situación sociopolítica actual?

S.B.: Como músico es obligatorio hablar de lo que está pasando pero tienes que ir con cuidado de no hacer un ejercicio de demagogia o mesianismo. Cómo persona duele mucho ver lo que pasa, somos culpables por desidia, por mirar hacia otro lado.

J.P.: Es muy fácil tener tu momento de diez segundos de rabia por lo que está pasando pero al final no pasa nada más, me enfado porque es lo que toca pero te enfadas tomándote un café. Yo no puedo irme primera línea de Lesbos a salvar a gente pero lo que sí que puedo hacer dentro de mi pequeño circuito es hacer un concierto benéfico, por ejemplo. Los que podrían hacer algo que son los políticos no hacen nada.

S.B.: Es un poco fuerte lo que voy a decir pero en su momento se juzga a un país entero como Alemania por haber dado la espalda al problema que estaba sucediendo con los campos de concentración y ahora, ¿hay mucha diferencia entre lo que podemos hacer nosotros cuando vemos por televisión niños que se ahogan en el Mediterráneo? Lo que sí que está claro es que es muy difícil que el día a día de las personas pueda ir más allá de su ámbito personal. Si no somos capaces de tener conciencia nacional de lo que pasa aquí ¿cómo vamos a tener conciencia de lo que pasa en el mediterráneo? Si ni siquiera sabemos lavar los platos sucios que tenemos en casa. La frivolidad en este país es demasiada.

Después de casi una hora de charla es momento de liberar a Santi y Joanra ya que tienen que seguir con la tourné de Halley.

Vemos aparecer la furgoneta casi derrapando y de ella salen Julián, Jordi y Uri, los tres lesbianos que faltaban. Fran tiene un minuto para hacerles una foto en conjunto, nos dan las gracias y nos quedamos allí «inertes y algo vacíos. Acariciando aquel vocablo llamado silencio, siempre fiel, siempre contigo. Pero todo es ley de vida. Cómo un día me dijo El Poeta Halley: si las palabras se atraen que se unan entre ellas y a brillar ¡que son dos sílabas!» 

Fotos: F. Calabuig.
Entrevistador: Aixa Valiente.

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