Sergio F. FernándezFIB 2015: Revelaciones y decepcionesCarlos Ortigosa Arnau 22 julio, 2015 La vigésimo primera edición del FIB podría resumirse, en líneas generales, como la reconciliación del festival de Benicàssim con el público español. La afluencia de asistentes nacionales al recinto ha incrementado significativamente gracias, sobre todo, a las actuaciones programadas de Los Planetas y Vetusta Morla. Sin embargo, las medidas tomadas por la organización para abrirse al mercado español han conllevado un precio, y es que los horarios y los escenarios seleccionados para cada banda un año más han sido totalmente incoherentes. En relación al producto nacional, no tiene ningún sentido solapar la actuación de Mark Ronson con la de Los Planetas, así como tampoco lo tiene hacer coincidir el concierto de Vetusta Morla con el de Public Enemy. Siempre nos quedaremos con las ganas de ver el show de la mítica banda de hip hop en el escenario principal, a una hora ya totalmente nocturna y con un espectáculo de luces que acompañe los ritmos de los neoyorquinos. Pero en fin, es vox populi que las estrategias de horarios y demás no siempre son potestad de los organizadores. Por otro lado, la inclusión en el recinto del escenario-autobús de RedBull, en detrimento del que el año pasado era el escenario pequeño, sin duda ha sido una de las decepciones en lo que se refiere a los aspectos ajenos a las bandas a analizar en todo festival. No solo por el espacio, sino por el sonido. Y en general en los tres escenarios el equipo de sonido ha sido menos potente (y no solo tiene que ver con el volumen) que en las últimas ediciones, algo comprensible si tenemos en cuenta que el presupuesto quizá se ha inclinado más a la confección del cartel. Por lo que respecta a las revelaciones o decepciones puramente musicales, cabe destacar que la zona baja del festival ha sido menos rica que la de la edición pasada, en la que pudimos disfrutar de grupos como Drenge, Wolf Alice, La Femme, Fat White Family, Juventud Juché o los Nastys. En la jornada que abría el festival, Swim Deep, una de las bandas prometedoras de Inglaterra, estuvieron muy correctos y convencieron. En la zona baja, los barceloneses Ocellot desplegaron su psicodelia molona en un escenario para nada favorable. Se mueven entre la electrónica pop y el folk alucinógeno, y su propuesta resulta gratificante. No se puede decir lo mismo de DMA’s, banda australiana que llegaba al FIB con la vitola de prometedora. Su música es aceptable, pero los constantes guiños –no solo vocales, sino también gestuales- a Liam Gallagher cansan. Al vocalista solo le faltó cantar con las manos detrás de la espalda. Al resto de la imitación le podemos poner un notable. Al igual que la psicodelia de Ocellot moló, Moodoïd nos resultó otra de las perlas del festival. La banda francesa nos demostró que todos sus integrantes tienen un carisma más que destacable, y además de eso desplegó en directo auténticos temazos como “Je suis la montagne” o “Bongo bongo club”. El cartel francés del FIB lleva unas ediciones ofreciendo propuestas imperdibles, como Alba Lua, La Femme o los mismos Moodoïd. De Public Access T.V. también podemos decir cosas buenas. Es una de las jóvenes bandas estadounidenses que más están encontrando su público entre los británicos, y en el aspecto musical derrochan un rock post-punkero muy típico pero con mucha solvencia. Palma Violets era de las pocas bandas de rock algo sucio y garage que aparecían en el cartel, así que no desperdiciamos la oportunidad de verlos. Y muy pronto quedamos decepcionados por el sonido. Si la guitarra de Samuel Thomas Fryer hubiera hecho acto de presencia en canciones como “Best of Friends” o “Step Up For The Cats”, otro gallo hubiera cantado. Pero cosas así suceden cuando una banda no va acompañada de su propio técnico de sonido. Nos dolió en el alma que se solaparan entre sí Godspeed You! Black Emperor y Vessels, y nos dolió más aún al ver que esa solapación se solapaba al mismo tiempo con Noel Gallagher y The Prodigy, pero eran dos cabezas de cartel que no podían ser ignorados, así que la espinita se queda todavía clavada. El sábado comenzaba y una de las primeras actuaciones nos servía para darnos cuenta de que el hype alrededor de las Hinds comienza a ser injustificado. Que sí, que son un grupo muy refrescante y encantador, y tienen canciones más que válidas, pero su actitud de “niñas felices que flipan con cómo les está yendo su carrera musical” bien podría acompañarse con alguna que otra habilidad instrumental y una sincronización constante sobre el escenario. Aun así, siguen siendo probablemente la única banda española que gusta a los ingleses (todo gracias a la NME). Después, mientras nos dábamos cabezazos contra el muro de las orinas del recinto fibero por habernos perdido la actuación de Curtis Harding para ver a los Kaiser Chiefs, llegó una banda que nos hizo olvidarnos de todo eso. Darwin Deez se presentaba con un batería, un guitarrista y una bajista que nos ofrecieron algunos de los momentos del festival. Ver en directo a estos neoyorquinos es un auténtico espectáculo. No solo constan de un maestro de la composición, sino que, con sus interludios bailongos casi esperpénticos ofrecen un show al alcance de pocas bandas en el festival. Y prueba de ello es que se ganaron al público nada más salir al escenario. La cara opuesta de las Hinds (aunque los estilos musicales no sean los mismos) es Belako. El cuarteto vasco se enfrentaba al peor horario posible, las siete de la tarde, pero eso no fue problema para que se comieran el escenario inmediatamente. Su juventud queda patente en la frescura y el desparpajo con los que se desenvuelven, y con su post-punk ruidoso cautivaron a los valientes que ya se habían presentado en el recinto en la jornada de clausura. Lo verdaderamente encantador de Belako es que todos cantan (bien), todos tocan (bien) y todos son partícipes de toda la música que crean. Sin duda, prometen ser uno de los grandes en el futuro. Avanzada la tarde, tras la actuación sin pena ni gloria de Augustines, llegaba uno de los platos fuertes del festival, el concierto de la mítica banda de hip hop Public Enemy. La banda de Nueva York se presentaba con los clásicos Chuck D y Flavor Flav y con un Dj Lord que ofreció todo un repertorio de habilidades –no como Mark Ronson-. Lo de después solo lo arreglaría Portishead, después de que Vetusta Morla no dieran uno de sus mejores conciertos y de que FFS (Franz Ferdinand & Sparks) no acabaran de convencer al público. La mezcla de un grupo puntero actual y un grupo de los ‘70 es aceptable pero a muchos en directo se nos hizo soporífera. En definitiva, el Festival Internacional de Benicàssim de esta edición ha incrementado de forma muy contundente la afluencia de público y ha traído a cuatro cabezas de cartel que no han ofrecido ninguna sorpresa, porque tanto Florence + The Machine, como The Prodigy, Blur o Portishead ofrecieron grandes conciertos, como les corresponde a los nombres principales de cualquier festival. Así pues, el FIB 2015 ya pasa a la historia para que la organización ya comience a centrarse en la edición de 2016. Año a año, el FIB va recuperando terreno para volver a ser lo que fue. Crónica: Carlos Ortigosa Arnau Fotos: Sergio F. Fernández Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.