No es de extrañar que su tercer álbum se titule como su proyecto artístico pues en este disco hay un salto cualitativo en cuanto a producción respecto a sus dos discos anteriores.

En los últimos tres años Amatria ha estado encerrado en un local de ensayo aprendiendo y perfeccionando técnicas y entrenando el oído y la armonía. Además empezó a producir otros proyectos muy diferentes al suyo y esto le obligó a aprender otras formas de proceder y a entender algunos conceptos que él creía alejados o incompatibles con su mundo. Por esta razón en el disco se escuchan sonidos y técnicas propias de otros géneros, cómo por ejemplo el aire a modo rise up de drop electrónico al entrar la guitarra en «Me Falta Algo» o las líneas de bajo latinas pero ejecutadas con un bajo de Hip Hop en «Chinches».

Pero a pesar de estos juegos difíciles de encasillar, la esencia Amatria sigue siendo la de siempre: él y su guitarra cantando líneas de voz sobre acordes simples y una historia que contar. Así es como han nacido todas las canciones, independientemente de la ropa con las que las haya vestido después.

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