Tom Petty: el hombre que quiso volarCarlos Fernández Castro 4 octubre, 2017 La última vez que escuché a Tom Petty fue el domingo pasado. Él seguía aprendiendo a volar, pero todavía no había conseguido las alas que llevaba ansiando desde hace casi tres décadas. Los soñadores somos así: subimos a lo más alto de un edificio, nos ajustamos la capa, saltamos con la ilusión de un niño y agitamos los brazos con la misma ingenuidad de la primera vez. Al igual que Tom, siempre hemos sabido que todo lo que sube debe bajar. Quizás él nunca dominó el arte de volar porque estaba demasiado ocupado en que los demás lo hiciéramos a través de sus canciones: muchos bailamos por última vez con Mary Jane, descubrimos lo que era ser una chica americana, aprendimos a dejarnos llevar en caída libre, nos mojamos con la lluvia de Louisiana… Su voz de rockero adolescente contrastaba con su cavernoso hablar de «persona normal», el que lucía en las entrevistas, el que insinuaba que su propietario era un granuja curtido en mil batallas y, al mismo tiempo, un tipo de pensamientos profundos. Su mirada siempre sonreía y exhibía la confianza de quien ha nacido para triunfar, para rejuvenecer las bases de un género adulto. Cuando pienso en el rock americano, el genuino, el de las guitarras explosivas, el de las canciones dedicadas a los vicios y virtudes del american way of life, pienso en la Creedence, pero también pienso en Tom Petty & The Heartbreakers. En el apartado «discos imprescindibles» de mi archivo musical siempre figurarán Damn the Torpedoes y Hard Promises, dos hitos de un artista irrepetible que sentaron cátedra y dejaron su huella en el rock que estaba por llegar. Desde que naciste fuiste una estrella de rock. Nada más morir te convertiste en mito. Gracias Tom. Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.