Para llegar a entender cómo una joven de 21 ha llegado a convertirse en una estrella del cine terror (ojo, del psicológico, nada que tenga que ver con la serie b y los sustos baratos) hay que retroceder hasta su infancia. Cuenta Anya Taylor-Joy que de pequeña llegó a obsesionarse con su extrema sensibilidad. Cuando era una niña se acercaba a su madre constantemente para preguntarle si ella la consideraba rara: “¿Por qué veo una flor y empiezo a llorar?”. Conforme pasaron los años pudo asimilar que era diferente y que, al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, la sensibilidad no era una debilidad y sí algo hermoso. Una fortaleza. Gracias a ello desarrolló una madurez y un sentido de la empatía que es justo lo que consigue impregnar como actriz a sus personajes.

“Soy una mujer bastante complicada y eso me ayuda en la interpretación. Es como que conozco a mis personajes. Desde que los leo, los siento. Me pongo en su piel, los entiendo y trato de pensar como ellos piensan. Trabajo desde la empatía”.

Con semejante capacidad empática no es de extrañar el ataque de pánico que padeció justo antes del proyecto que le hizo famosa. Anya Taylor-Joy, británica nacida en Florida y con ascendencia argentina, había cambiado de agente y este le había entregado el guión de ‘La Bruja’. Al leerlo, la actriz experimentó un sentimiento desconocido que, en retrospectiva, le ha ayudado para reconocer los papeles que sí son para ella. Una especie de crisis nerviosa que se repitió justo antes de su prueba para la película. Entró a la sala de casting para reunirse con el director Rob Eggers y le espetó: “No puedo recordar mis líneas de diálogo, no he trabajado en el acento y estoy teniendo un ataque de pánico en toda regla. ¿Todavía quieres que lea?”.

Suponemos que esa fragilidad, acompañada de honestidad, eran precisamente algunas de las cualidades que buscaba el director. Unas virtudes que emparentan perfectamente con un rostro de belleza ilegible y pálida. Distinta. La serena expresividad de la mirada que posee Anya ayudó a convertir a ‘La Bruja’ en uno de los sleepers del 2016 y a poner en el rádar a su actriz protagonista.

‘The Witch’ resultó ser más un relato gótico que funcionaba como metáfora del nacimiento de los Estados Unidos que una cinta de terror al uso. El espectador entró al cine esperando ver una película sobre brujas y se encontró la historia de una familia ultra-religiosa y proto-disfuncional donde brillaba la interpretación de Taylor-Joy.

Después llegó ‘Morgan’, una película menor,híbrido entre ‘Blade Runner’ y ‘Ex machina’, con muchos rostros conocidos y más veteranos. Algo que no impidió que, salvo la intervención de Paul Giamatti, Anya Taylor-Joy los borrara de la pantalla con una interpretación en la que jugaba con lo sombrío y lo inocente.

La explosión mediática total tuvo que llegar con él. M. Night Shyamalan culminaba su redención tras los fiascos de ‘El incidente’, ‘Airbender’ y demás chuflas con ‘Múltiple’. Un brillante thriller de terror donde una fantástica Taylor-Joy es eclipsada por la brutal (multi) interpretación de James McAvoy. Con un giro final del que no vamos a comentar nada y que dará paso a uno de los próximos proyectos de Anya.

Antes de ello, y ya en cines, la podemos ver en ‘El secreto Marrowbone’. Producida por Mediaset (con toda su rimbombante campaña de promoción), la película parece jugar en la misma liga de ‘El orfanato’. Sin ir más lejos, el director y guionista es Sergio G. Sánchez, el mismo que firmó el guión del film de Bayona. El otro gran proyecto de Anya será su primera incursión en una franquicia de éxito. ‘X-Men’ se expande con un nuevo spin-off donde Taylor-Joy compartirá protagonismo con una actriz de registro, físico y edad similar: Maisie Williams. Será una buena prueba para demostrar que, además de la nueva musa del terror, es la reina de su generación.

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