Anoche regresó ‘Operación Triunfo’. En pleno 2017, sí. Cuando los talent-shows agonizan en España y justo cuando se cumplen dieciséis años y un día (como una condena, vaya) del estreno de su primera entrega. La que, junto a la piratería, cambió para siempre (y para mal) el paradigma de la música comercial española. Pero como es otro tema y otro debate, volvamos al programa de ayer.

La gala que pudimos ver anoche fue un remake plano a plano de las de 2001: la musiquita, la pasarela, el público, las presentaciones, los vídeos, Noemí Galera (ahora como inexplicable directora de la academia), los chascarrillos y un entregado presentador con falta de carisma. ¿Qué había nuevo? El jurado formado por un Risto de Hacendado, el hijo de Raphael y una fría Terminator  Mónica Naranjo. Y los concursantes, claro.

Suponemos que, en homenaje al nivel vocal que demostraron sus participantes, se le quiso llamar “Gala 0” a un continuo paseillo de millennials que apenas levantaban dos palmos del suelo cuando Chenoa, Bisbal, Tenorio y compañía hacían historia de la televisión. Eso no les impidió a todos decir que eran muy fans de esa edición y que, a pesar de contar con 3 ó 4 años en 2001, se veían las galas y ya querían ser como ellos. Yo, con esa edad, me comía la plastelina. Más allá de eso, sus actuaciones estuvieron mimetizadas entre ellas, con muchos nervios, constantes desafines y una alarmante falta de originalidad (salvo por la concursante que cantó “Starman” de David Bowie).

Pantallazos es la sección de críticas breves dentro del espacio de Cine & TV. Críticas de películas en menos de 200 palabras.

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