Grupo: Deleste Festival 2017 (León Benavente, Public Service Broadcasting, Enric Montefusco, Apartamentos Acapulco...).
Sala: Espai Rambleta

Ay, esos festivales que empiezan por la mañana y acaban por la mañana. Del día siguiente. En ellos se ilustran a la perfección las etapas de la vida humana. Niños que corretean inocentes y traviesos mientras se empapan de sus primeros acordes de guitarra eléctrica amplificada, jóvenes que llegan cinco horas tarde porque el Valencia de Marcelino pelea por la Liga, y adultos que empaquetan a los hijos a la hora de comer y a las siete de la tarde no saben si están viendo a Penny Necklace o un tributo a los Dead Kennedys. El Deleste volvió en su sexta edición al formato de un día, y pese a no tener el cartel más contundente, reunió a la parroquia indie valenciana en uno de sus templos como es La Rambleta.

Todo comenzó “pre-puntual” con el café con leche y las porras aún en la garganta. Los festivaleros con más ansiedad (o insomnio) y algunos papis que a las 11:30 llevarían cinco horas en pie, ya andaban por La Rambleta para usar a los chicos de L’Emperador a modo de despertador. Su pop enérgico cantado en valencià fue ideal para quitarse las legañas y cambiar el zumo de naranja, que repartía uno de los patrocinadores, por las primeras cervezas. Entre la banda de Canals y The Vibrowaves, un dúo en formato guitarra-batería con dos músicos que se repartían los instrumentos sin miramientos, Deleste fue cogiendo forma de manera progresiva a la vez que fría. Parecía que algo faltaba en el ambiente.

Enric Montefusco (Foto: Iván Navarro).

Un algo que en realidad fue un alguien. Enric Montefusco volvía a La Rambleta apenas nueve meses después de su anterior visita para seguir defendiendo Meridiana. Los asistentes realizaron el ya mítico traslado a través de las escaleras para dirigirse a un auditorio que cualquier día rezará: «You’ll never sing alone». Allí aguardó un directo de Enric que en poco se pareció a lo que los fieles de Standstill (Dios los tenga en su gloria) estaban acostumbrados. El catalán, guitarra en mano, se hizo acompañar de tres músicos que en formato semi-acústico hicieron olvidar que el rock requiere de guitarras eléctricas o bajos. Sonaron las canciones más representativas de su primer trabajo en solitario (Flauta Man) y una versión orquesta del tema que más veces ha tocado en su vida, «¿Por qué me llamas a estas horas». Una despedida-preludio de lo que siguió después y que se convirtió en el verdadero detonante del Deleste 2017.

Enric Montefusco y los suyos sacaron los bartulos al hall de La Rambleta, como viene haciendo durante toda su gira, y, desprovistos de micros, interpretaron un «Todo para todos» mientras se alzaban rodeados de unos asistentes que, ahora sí, despertaban. Con este epílogo firmado por Montefusco y el directo de sus paisanos Cala Vento, el festival otoñal se quitó la chaqueta porque comenzaba a sudar.

Cala Vento (Foto: Iván Navarro).

El escenario Zummo Living Culture (decidnos si este nombre no es plurinacional) acogió al joven dúo catalán que presentó Fruto Panorama, un puñado de canciones pop y post-hardcore, salpimentadas con sentido del humor y un algo de tintes emocionales. Hasta el concejal Grezzi, con su camisita de pillón, no pudo dejar de bailar al ritmo de Cala Vento. De fondo ya resonaban los goles del Valencia, claro.

A la hora de la siesta, y con un auditorio casi desolado que con el paso de los minutos fue recuperando el ambiente, Samuel Reina tomó las riendas e inició la sesión vespertina. Sin moverse de su silla y desprendiendo croonerismo por todos sus poros, el ganador de la última edición del Vinilo Valencia se aprovechó de su chorro de voz para desplegar los temas de su Alarms (2016), acompañado de guitarra eléctrica, bajo y batería. No es ningún secreto que un concierto de Samuel Reina no podría ser nunca la fiesta de las piruletas, pero el siempre enriquecedor Toni Carrillo consiguió darle vitalidad a ciertas secciones del concierto.

Dûrga (Foto: Iván Navarro).

Sin movernos del auditorio (benditos conciertos en butacas mullidas), Dûrga ofreció el concierto más salvaje del festival. Tampoco es que tuvieran que competir con unos Toundra, por poner un ejemplo, pero precisamente el rock progresivo de la banda madrileña es una de las principales influencias de las que bebe este trío ganador –junto con Frida– del Sona La Dipu 2017. Su concierto fue una buena dosis de post rock instrumental con puntuales secciones de voz que, si hemos de ser sinceros, son la parte menos inspirada de sus composiciones. No obstante, la rabia de David Arán a la batería, Santi Campos a la guitarra y Carlos Camps al bajo (que incluso aporreó con arco las cuerdas de su instrumento en una de las canciones) hizo temblar con gozo a los asistentes en sus asientos.

“Me llamo Paula pero mi nombre artístico es Pavvla, con dos v, porque me creo hipster”. La joven Paula Jornet saludó así a los presentes en el primer concierto de la tarde en el sótano de La Rambleta. Sus canciones, que versan sobre experiencias personales, son de pop de este actual pero sin grandes artificios. Lo que verdaderamente llama la atención de sus actuaciones es la constante y frenética gesticulación (Pavvla también es actriz), las mil muecas en cada estrofa que le hacen parecerse a Winona Ryder después de tomarse tres cafés. Además, se permitió el lujo de aderezar su directo con dos versiones: “Do I Wanna Know?” de Arctic Monkeys y “Drop The Game” de Flume & Chet Faker. Ambas innecesarias, pero aprobadas con un notable (bajo, tampoco nos pasemos).

En la misma corriente que Pavvla está Penny Necklace, que la sucedió en el escenario. La madrileña, con una buena banda a sus espaldas, no es ninguna recién llegada, pero demostró una cierta frescura juvenil que hizo la actuación algo más digerible. La música, sin embargo, para aquel que no venga con los temas aprendidos, resulta en un pop primoroso pero poco accesible, aunque apropiado para un concierto de tarde-noche en un festival.

Public Service Broadcasting (Foto: Mery Sánchez-Molero).

Por suerte, lo que vino después en el auditorio fue con diferencia el mejor concierto de esta edición. Los ingleses Public Service Broadcasting venían eclipsados por The Wedding Present, el otro nombre internacional del cartel. Pero cuando comenzaron con “Theme From PSB” el público, que en su mayoría desconocía el proyecto, se levantó de sus butacas y empezó a bailotear al ritmo de lo que parecía una canción de Kraftwerk. Las voces pregrabadas, provenientes de noticiarios, propaganda o discursos políticos del siglo pasado, se combinaban con la música que el trío tocaba en directo: electrónica kraut con sintes, batería, bajo y la que fuera de las incontables guitarras que J. Willgoose Esq. lleva consigo a cada gira. “Spitfire” y “Go!”, que no son por casualidad los principales éxitos de la banda, fueron los momentos álgidos de la actuación.

Y la correspondiente dosis de nostalgia noventera la proporcionaron los también ingleses The Wedding Present. Con estas bandas ocurre lo de siempre: un buen puñado de hooligans curtidos en mil batallas montan su fiesta en las primeras filas, y los demás asienten con mayor o menor intensidad en función del estado de forma del grupo en cuestión. En este caso, la actuación comenzó con agilidad, con riffs potentes y mucha energía. Treinta minutos después, era más de lo mismo.

Apartamentos Acapulco (Foto: Iván Navarro).

Sin pausa para cenar, Apartamentos Acapulco nos llevaron de vuelta al auditorio. Se trata de otra de las bandas que han surgido de la prolífica escena granadina. Por supuesto, sus mentores son Los Planetas, pero también beben de estandartes del shoegaze como My Bloody Valentine o Slowdive. Tocan un poco más lento e incluso con más melancolía que todos ellos. A pesar del sopor en algunos tramos de la actuación, el repunte final con potencia guitarrera y mucho ruido valió la pena.

La gran fiesta de la noche se produjo, como no podía ser de otra manera, con León Benavente. En su línea, con lengua bífida y hostias para todo lo que se mueve, la banda sacudió a La Rambleta desde la primera canción (“Tipo D”). Se sucedieron los temas de los dos primeros álbumes y del EP En la selva, publicado en este 2017, mientras el fácilmente caricaturizable Abraham Boba se meneaba sin cesar.

León Benavente (Foto: Iván Navarro).

Así se va otro Deleste, el más breve desde su edición inaugural pero uno de los más intensos. El festival se vuelve a confimar como uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad, y lo hace de la forma más cercana y familiar; como rezaba el cartel del autocine viejuno con el que Public Service Broadcasting despidieron su actuación: con placer, comodidad y relajación. Como si se tratase de un colchón viscoelástico.

FOTOS

L’Emperador

Foto: Mery Sánchez-Molero.

Foto: Mery Sánchez-Molero.

Foto: Mery Sánchez-Molero.

The Vibrowaves

Foto: Mery Sánchez-Molero.

Foto: Mery Sánchez-Molero.

Enric Montefusco

Foto: Iván Navarro.

Mery Sánchez-Molero.

Foto: Iván Navarro.

Cala Vento

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Samuel Reina

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Dûrga

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Pavvla

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Penny Necklace

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Public Service Broadcasting

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

The Wedding Present

Foto: Mery Sánchez-Molero.

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Apartamentos Acapulco

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

León Benavente

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

Foto: Iván Navarro.

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