Howe Gelb en tres terciosAndrés Verdeguer 3 abril, 2014 Grupo: Howe GelbSala: La Rambleta Hacía tiempo que uno no veía una petición de bis tan auténtica, sentida y verdaderamente motivada. Apenas se habían metido entre bambalinas Howe Gelb y sus escuderos tras un final un tanto rocambolesco de un concierto cargado de sólidos argumentos y emociones, y la ovación del público (muy elegido, pero nunca suficiente para un artista así) se sostuvo de manera natural y de ahí se pasó a la petición insistente que los devolvió de los camerinos al escenario del auditorio de La Rambleta. Muy generoso Gelb de principio fin de un recital estructurado de forma que dio cabida a la enorme cantidad de registros que conforman su rica paleta musical de estilos y sonidos; y a donde no llegó por ahí, sacó su iphone en acto de extricidad y lo enchufó al ampli. La aridez propia de Arizona quedó sobrepasada. También la referencia de su último álbum y excusa de la cita, The Coincidentalist (2013), y una trayectoría de tres décadas tanto con Giant Sand y como en solitario se hizo más que evidente. Por momentos asomó la clase de Leonard Cohen, el ritmo pasó de lo latino a lo jazzístico y cuando sacó a pasear a la preciosa Silvertone, que aguardó hasta el último tercio del concierto, el rock golpeó con crudeza inusitada tras tanta caricia. En tres tercios desplegó Gelb un arsenal de considerable largura. Entiéndase por largura la que desmuestra aquel que es capaz de abordar su disciplina desde puntos de vista, estilos y recursos variados y siempre acertados. El primer tercio fue puro parar y templar. Sonido más americano, el propio de su tierra y desde la que parte su base y del que se ha convertido en referente tan esencial como mudo ya que los focos siempre han acabado por apuntar a otros. Fue el folk, la americana, pasó por el blues y demostró ese temple al construir atmósferas bien sujetado todo por los fieles ThØger T. Lund, un danés al mando de un precioso bajo, y Gabriel Sullivan, del mismo Tucson, que primero acompañó a la guitarra y luego puso ritmo desde la percusión. Pero eso ya sería en el segundo tercio, tenue, con Gelb al piano: se hizo presente el jazz recogiendo tanto matices más caribeños como profundamente americanos, libre, antojándose incluso improvisados. Sonó por entonces la que abre su último discto, 'Voretexas'. Y por último la Silvertone se hizo presente y con ella auténticos latigazos de electricidad. La colección de pedales, presente en todo momento para matizar voces, coros y cuerdas, cobró entonces mayor protagonismo. Gelb pasó a la psicodelia o incluso a la actitud punk con la que se remató –ya en el bis– un concierto irreprochable y generoso, de hora y tres cuartos. Con un claro argumento sin forzar un ápice la interpretación, que fluyó con plena naturalidad hasta cuando puso la nota de flamenco jondo conectando al ampli su iphone y que al final volvió a dejar con echufado al 'bell-canto'. Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.