Julio de la Rosa: Sabe bailarQuique Medina (Fotos color: Q. Medina/ Fotos blanco y negro: David Aguilera) 26 noviembre, 2010 Grupo: Julio de La RosaSala: Sala Wah Wah Julio de La Rosa ha confeccionado uno de los mejores álbumes de este agonizante 2010, y –me atrevo a decir- el mejor de toda su carrera en solitario. Lo primero va a misa, lo segundo el tiempo lo dirá. En La Herida Universal, el jerezano se ha tomado menos en serio que otras veces y eso ha derivado en su álbum más serio y sincero; dieciséis popemas de corta duración en los que disecciona las relaciones de pareja a través de un ebrio caleidoscopio, dentro del cual es difícil no verse reflejado. Para trasladar lo grabado al escenario se ha rodeado de sus propias “malas semillas”. Bajista, batería (Cecilio Santiago: al parecer será también el nuevo fichaje de Nudozurdo), percusionista y el elegante y exquisito Abraham Boba a las teclas y acordeón. Profesionales con bufandas, gin&tonics y rostros de nocturnidad, ¿para qué más? Algunos desajustes de sonido desataron los nervios entre la banda en los primeros compases, lo que llevó a cierta nervatura tal vez sobredimensionada por la química. Un borrón que empañó “Tan amigos” y “Entresemana” pero que se disolvió, como sustancia en la sangre, cuando llegó “La cama” (junto a “Caradura” representantes de su anterior disco, El espectador). A partir de ahí, todo fue como la seda: la tranquilidad de jugar con profesionales y, sin embargo, amigos le otorgó a de la Rosa la tranquilidad suficiente para entregarse a las artes del micro y el baile. A partir de ahí los cortes de su último disco fluyeron, uno tras otro, a cada cual más certero (“Una mierda de canción”, “Violines de noche” (grandiosa coreografía), “Sexy, Sexy, Sexy”, “Hasta que te hartes” o “El amor desperdiciado”). Pocos rock-autores poseen, como él, la capacidad de fotografiar de manera tan diáfana y mordaz las tripas de una relación sentimental. Para ser poeta no hace falta el verso; transmitir emociones con la prosa precisa, es también arte de orfebre literario y Julio de eso sabe un huevo. “Canción de guerra” es ejemplo de lo dicho y, dejando al público entregado, se refugiaron en camerinos para reponer fuerzas. El bis era inexorable y los seguidores de toda la vida iban a tener premio. Llegó el momento de rememorar a su formación primigenia, El Hombre Burbuja. A la jocosa y cuasi rapera “Kill the moskito”, se anexaron “Rey Mugre”, “Mejor Fuera” y el celebrado himno al carpe diem “La rulot”. En el burbujeante desenlace se intercalaron “El monstruo nunca duerme”, “Otro de sus juegos” (ambas de su segundo álbum a solas, M.O.S) y “Las camareras” (redonda obra pop del último Lp puesta al final no por casualidad). Provocación, intensidad y saber estar que certificaron que Julio de la Rosa ha llegado a un estado madurez que le permite exhibirse, mandar y, como un Cave made in Spain, rebosar el escenario; y que, a pesar de no ser tan fácil, sabe bailar. Antes, los valencianos, Ctrl+Alt+Supr se habían fogueado como teloneros dejando un buen regusto ruidoso y guitarrero. Estaremos atentos a sus movimientos. Aquella era la fiesta de Julio de la Rosa. Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.