Grupo: Maryland
Sala: Moby Dick

La sala está prácticamente llena, aquí dentro hay adultos, adolescentes y niños, todo vale. Se puede palpar perfectamente en el ambiente que la gente tiene ganas sinceras de que empiece el concierto, diez minutos después el público lo confirma porque gritan y aplauden locamente en cuanto los músicos pisan el escenario.

Arranca el directo y las canciones de su nuevo disco Resplandor caen como martillos del cielo, tocan Arde y la ejecutan con carisma, fuerza y garra porque sí que es verdad que Maryland puede resultar, de primeras, una banda dulce y bonita (que lo es) pero también saben ser bestias cuando los solos de guitarra lo requieren.

El concierto sigue su curso y es con Cometas y Estrellas cuando me quedo completamente prendada ante lo que pasa sobre el escenario. Se escuchan los primeros acordes de esta canción y de repente el público enmudece, el silencio es imponente y la música va reposando en la sala delicadamente, mientras la voz de Rubén Castelo y los instrumentos van de la mano. Muy bonita, de veras.

Al poco suena Pozo de Almas, tema de su anterior trabajo Los Años Muertos, que nos chuta otra vez de energía y ganas de mover la musculatura. Luego le sigue Tranquilidad (Parte 2), El Club de los Cinco y Nueva York, las tres incluidas en su último disco y éstas demuestran a todos los presentes que su música no pasa desapercibida, suena a pop de toda la vida pero fresco y limpio, una gozada.

¿El éxtasis de la noche? Con Ave Fénix, claro, la gente se sabe la letra como el padre nuestro y todos cantamos al unísono junto a Rubén. Aunque, en general, cada canción tiene presencia. Maryland es una banda solvente y completa, es capaz de hacerte sonreír, gritar y llorar en las dos horas que dura su concierto. En mi modesta opinión, fue un concierto redondo. Fuerte aplauso.

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.