Mientras Oasis sonabaQuique Medina 16 julio, 2009 Grupo: FIB 2009_Jueves 16 de Julio_1er DíaSala: Benicàssim Vamos a probar ser tan puntuales y precisos que, tirando de una raquítica línea pirateada de internet y las neuronas en proceso autodestructivo, a ver qué sale. Subimos (y el que dice subir dice andar 45 minutos sudando bajo el sol) a ver a Annie B. Sweet. Buena banda de cinco miembros y forntwoman de atractivo vestidito en lo visual y cohesión y parecidos más que razonables con Russian Red. Sería triste reducir una voz tan preciosa al cupo de spanish folk-woman-singers que hacen pop-folk, pero hay que ahorrar líneas y decir lo contrario sería mentir. Estaremos atentos si pasa por Valencia. No había acabado y las procesiones de guiris ya nos guiaban hacia “El Verde” donde era el turno de The View. Qué basura. No le quiero dedicar más líneas a una formación que bebe con el mismo descaro y inmadurez de The Wombats como de The Motorhead; sin respeto ni por uno ni por otros. Power pop-punk acnéico revestido de melódico americano cuya única originalidad era una guitarra con los colores de Escocia. Un coñazo. No estaba en nuestro planes (ya que los veremos en el Contempopránea) pero ir a La Bien Querida fue una buena excusa para borrar el desastre anterior. El FiberFib suena de cojones y ya sé que voy a ver a Los Planetas antes que a Kings of Leon. Y si me patina la neurona y hablo de Planetas cuando tendría que estar narrando el concierto de La Bien Querida será por algo. Claro que me gustan; claro que sonaba bien la voz de Ana que, aunque tímida e imprecisa, estaba bien secundada por una orquesta marciana y química; of course que estaba guapa. La Buena Vida, Nadadora, Chinarro y los mimísimos Planetas fueron evocados en una actuación notable que le quitaba adeptos nacionales a Mistery Jets. Mistery Jets ofreció un concierto para fieles; para fieles guiris digo. indie digno para una masa indigna entre la que nos sentíamos, los españoles, inmigrantes. Cervezas que volaban y algún que otro lechoso pecho decoraban una actuación que comenzaba a subir el listón de jueves hasta ahora bastante flojo. “Im half in love with Elisabeeth” y “Two doors down” son buenos ejemplos de singles efectivos y de fácil efecto con los que fuimos felices. Pero vamos, que lo bueno llegaba ahora. Quién nos iba a decir (yo ya lo sabía) que de lo mejor de la noche iba a llegar de la mano de los castizos Los Coronas. Tanta internacionalidad y tanta polla para que al final la primera nota de emoción la pongan unos madrilatas a golpe de rock-surf. Sudado y bailado fue una actuación veloz y sin fisuras que escribió la mejor loa al prominente surf patrio que reivindicó su presencia en el FIB a base de instrumentalismo, sudor y clase. Ahora la gente (cuando digo gente me refiero al mundo entero) ponía rumbo a Oasis y mi, aún apeteciéndome verlos, me daba una pereza brutal seguir a la marabunta. Parece ser que los mancunianos dieron un largo y buen concierto, pero ahora sé que mi decisión fue la correcta. Cargado de cerveza y ya cenado me dirigí a The Walkmen y, sorpresa, me planté sin problemas en primer fila. Comenzaron con “In the new year” y a partir de ahí el mejor concierto, sin duda, de la jornada. Sólo que estaba y, como buen polvo, con necesidad de contarlo…mi móvil echaba chispas. Con un frontman y un batería a los cuales adoptarías, la banda de Nueva York ofreció más de hora y media de indie-rock-aptitud desafiando a los Gallagher con todas las de la ley y con argumentos de cojones. Insultántemente jóvenes su estilo entre lo “dylaniano”, el pop inmaduro (rollo Los Campesinos) y lo, por momentos, surf, segregaron situaciones sonoras que será difícil supere muchas bandas de las que aún tenemos por delante. Directo a Gang of Four y, de fondo, Oasis, que parece estaba estirando el repertorio bajo un sonido, por lo que cuentan, lamentable. Ahora (y Andrés Verdeguer me lo recordaba vía móvil) sonaba “Wonderwall”; un temazo o un coñazo, depende cómo te pille. A mi me pillaba ahuecando posiciones para ver parte de la historia; Gang of four son parte del imaginario histórico que el pop británico nos ha dado y no verlos era cuestión de mal paridos. Salieron, a sus casi sesenta tacos, a dar ejemplo y merendarse el escenario. Viven aún del rédito que les dio “Entertainment”, pero se lo pueden permitir; y más cuando hincas las rodillas en suelo y llenas el escenario, poseído por la química, a base de carreras, funk-electropop y paseos fulgurantes. “A man with good car”, “A piece of my heart” o “I love a man in a uniform“ fueron suficientes pruebas para demostrar que John King y Andy Gill, pese a su envejecida apariencia física, la pueden liar más que muchos (por ejemplo The View). Como colofón a King le dio por utilizar un microondas como persusión. Conclusión: microondas y micro hechos añicos. Me olvidaba de Glasvegas; y eso que quizá fueron la mejor actuación de “El Verde”. Musculoso concierto (con musculosa del frotman incluida) que gozó de potencia y emociones pero que no llegó a colmar las expectativas que su álbum nos había susurrado. El sonido sesentero, como sacado del baile de fin de curso de cualquier graduación norteamericana, y los estribillos acertados fueron certeros. Los luminoso de detrás recordándonos a quinen teníamos en frente y nuestro estado, ya con síntomas de etilidad, hicieron el resto. (Concierto que disfrutamos, por cierto, junto a Jorge Martí de La Habitación Roja al que, la verdad, tampoco se le vio muy emocionado). Al final nos fuimos a bailar y a emborracharnos con We are Standard y perdónenme la imprecación y falta de respeto pero ya apetecía. Los de Bilbao estuvieron geniales, allí la gente decía que sonaban (de sonido, digo) mejor que Oasis. Otro grupo para sentirse orgulloso y mejor van a verlo que estoy cansado de escribir y me prometí a mí mismo no ser pesado. Hasta mañana (que es hoy). Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.