Grupo: Nada Surf
Sala: Moon

En ocasiones olvidamos lo que significan más de 20 años de carrera musical. Damos por supuesto que un concierto de una banda a la que ya vimos en no sé qué festival tiene que ser igual al de esta noche, o al de la última vez que los vimos en la capital junto a nuestros amigos de toda la vida. Pero la realidad es que una carrera musical como la de Nada Surf significa que en cualquier momento te pueden volver a sorprender, en cualquier canción se puede volver a encender la chispa, la conexión con el público, y hacer que un concierto crezca hasta cuotas inimaginables antes de la actuación.

Nada Surf regresaba a Valencia, ciudad que visitaron por primera vez hace más de dos décadas en una fiesta promovida en aquellos días por Juan Vitoria. El propio Daniel Lorca bromeaba con la cuestión de la distribución de la propia sala, la célebre Roxy, hoy renombrada como sala Moon tras 8000 cambios de nombre de por medio.

Como venía diciendo, al comienzo el concierto transcurría entre lo plácido y lo esperado. Nada Surf pisaba el escenario pasadas las 22:15 (antes había abierto la noche Ramírez Exposure) para presentar su nuevo disco, «You Know Who You Are«. Como ya es habitual en esta gira comenzaban su repertorio con «Cold to See Clear», y entre los momentos más coreados de sus nuevas canciones se llevó la palma el «Belive You’re Mine», sin duda un tema que ya forma parte de sus grandes éxitos. Pero como digo más o menos lo previsto, entre medios tiempos y sutiles latigazos guitarreros marca de la casa.

La cuestión es que a mitad del concierto, y aquí viene lo mejor ya que en la tertulia tras el bolo no conseguimos localizar ese peculiar instante en el que se inició la magia, una especie de rabia visceral se desató. Sin nombrar en ningún momento a Donald Trump el bueno de Matthew Caws intentaba explicar con sus nociones de español que vivimos un momento político muy difícil. Es posible que este fuera el comienzo de los 40 minutos más sobresalientes de música de lo que he visto este año en vivo. O puede que el punto de inflexión fuera cuando Daniel Lorca relató una vivencia personal muy cruda sobre la niñez de su amigo ‘Mateo’ y algún inaprensivo en el público se echó a reír.

La verdad es que no lo sé, pero anoche recordé que si queremos seguir manteniendo la cultura y la música (y en definitiva el rock) como una de las bases de nuestra sociedad grupos como Nada Surf son imprescindibles. Un grupo de amigos que gracias a su naturalidad y a unos valores inquebrantables ayer desató un mar de emociones y más de una lágrima con los primeros acordes de “Popular”, que al instante se convirtieron en gritos de emoción cuando Caws recitó la celebérrima arenga. Sin duda el summum de una noche de otoño difícil de olvidar.

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Fotos: Iván Navarro

Crónica: Sergio F. Fernández

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