Grupo: QFestival Alzira
Sala: Recinto Casal Fester

Una pareja se besa en el banco de enfrente; algunos jubilados pasean sin prisa; los niños juegan en el parque mientras sus padres ven como el Sporting asalta el Bernabéu. Eran las 17 horas y en el centro de Alzira nada hacía sospechar que, a las afueras, el primero de nueve grupos acababa de abrir la tercera edición del QFestival. La tarde discurría en la capital de La Ribera aparentemente tranquila pero el colectivo Què Fem? la había vuelto a liar…

(Y, por lo que cuentan, ya habían removido la localidad el fin de semana anterior con una sonora ruta de tapas. El año que viene habrá que estar antes)

El eficiente servicio de autobuses programado por la organización nos dejó, sobre las 19 horas, en el recinto de conciertos. Muy buena pinta, la cosa prometía. Inmejorable espacio de considerable aforo (se quedó a mitad de sus alrededor de 1.500 personas potenciales), con un solo y amplio escenario y acceso a una parte exterior anexa donde nos topamos con La Furgo Rock Vand: original y brutal idea consistente en un pequeño camión de carga coronado por potentes amplis de los que un hábil trío (reconocimos a Little Fish de The Grave Yacht Club al bajo) extrajo míticas versiones del rock&roll (Ramones, Queen o The Who). Genial ingenio que por momentos congregó a más espectadores que los grupos anunciados en cartel.

Dentro, en el pabellón, el excesivo volumen de los primeros bolos hacía que salir fuera (ya fuera a ver a la Furgo Rock Vand o a fumar) fuera todo un placer. Con alrededor de 300 personas en el interior y un potente equipo de sonido, al técnico le dio por confundir volumen con calidad sonora (también es verdad que la posición y altura del techo no ayudaban) y perjudicó nuestra primera experiencia con el directo de Shining Crane. A la banda valenciana de británica cantante le avala la final del Concurso de Maquetas del Contempopránea que acaba de alcanzar. La primera y somera impresión fue la de un grupo de electropop al uso en búsqueda de un sonido fácilmente asimilable por un abanico amplío de público. Habrá que volver a probarlos en condiciones y con mayor tiempo de digestión.

Limbotheque, sin embargo, dejaron una huella más personal en Alzira. La cobriza Carol García hizo gala de sus dotes de actriz y enamoró con la voz, los ojos y el manejo del vestido. La novia de Roger Rabbit hecha carne y perfectamente parapetada por un combo de hasta seis buenos músicos que divirtieron de lo más en su excitante viaje por diferentes idiomas y estilos (swing, rumba, chanson francesa o influencias del Europa del Este). Caímos como conejos.

Sobre las 22 horas comenzaba el verano de la alternativa de Fuzzy White Casters. Dios quiera que el espaldarazo de Subterfuge les confirme como matadores en los próximos meses, pero para ello tendrán que salpimentar un directo que en Alzira se mostró circunspecto y predecible. Canciones, juventud y actitud tienen de sobra: ingredientes suficientes para pensar que, a medida que se acerque el calor, alcancen el punto de cocción que su indie-rock-electrónico precisa para hacer saltar todo por los aires. Y ese fue el problema del otro día: que no nos hicieron saltar como, sin embargo, sí lo hicieron a última hora (ya casi a las 04:00 y con unos pocos sobrevivientes) Estereotypo. Quizá con ritmos no menos pronosticables, pero con un vivo arrollador y extrovertido los santanderinos sí desencadenaron los deseados brincos.

Pero no nos adelantemos que todavía no habían pasado los llamados cabezas de cartel. Mientras, en el interludio, Virginia Díaz protagonizó una despoblada pinchada (la Furgo y el tabaco volvieron a vencer) en la que, no obstante, certificó que es la mejor prescriptora de música alternativa de su franja horaria, allí en el oasis de Radio 3.

The Primitives no es que fueran ni muy prolíficos ni muy destacados musicalmente en su día, pero se encontraron en el lugar preciso (Reino Unido), en el momento adecuado (años 80), con una rubia (Tracy Tracy), un buen guitarrista (Paul Court), un detalle de Morrissey (los citó como uno de sus grupos preferidos) y el single exacto (“Crash”). Suficiente para que muchos años después su vuelta sea todo un acontecimiento curioso de ver. Se mantienen frescos en su sonido new wave y hasta de buen ver en su físico, pero su directo no removió más que a los revivalistas de los 80 y a los marcados por la huella Blondie.

Sexy Sadie también venían a reverdecer laureles y el suyo fue otro cantar. Tal vez sea porque el que escribe forjó su educación musical en los 90, pero el de los mallorquines se erigió en concierto de la noche y alrededor de 600 personas tengo como testigos. Atemperado el volumen (o nuestros oídos ya adaptados) la banda liderada por Jaime Gª Soriano rodó como si su extinción, cinco años atrás, nunca hubieran ocurrido. Precisión y agresividad envolvieron el paquete de clásicos (“Someone Like you”, “I Wont hurt you”, “Stay behind me” o “A scracth in my skin»), y hasta una versión del “American girl” de Tom Petty, que, a lo largo del estío, harán las delicias de todo aquel que opte por darle la oportunidad a esta reunión, según ellos, circunstancial. La destreza de la banda original y la reconocible garganta anglosajona de Soriano no sólo siguen intactas, sino que se han visto enriquecidas por la experiencia. Se les vio mejor que bien, son animales de escenario.

Nos tomamos un merecido descanso y sacrificamos a Reverend Soundsystem. Una pena pues ,al parecer, la nueva piel de Reverend and the Makers también hizo danzar lo suyo al personal…

La sensación que queda es la de un festival de sobresaliente organización (más si tenemos en cuenta que las riendas las llevan voluntarios y que es por una buena causa) que lleva camino (por personalidad, gusto y ubicación) de crecer, como lo ha hecho este año, cada nueva edición… O eso esperamos.

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