Grupo: Desera + Gritando en Silencio + Iratxo
Sala: XY Records

Parece que los dioses se han conjurado cada vez que salgo a cubrir un concierto y, otra vez más, como si mi devenir estuviese ligado a los países nórdicos, no hay día que no sea pasado por agua. Así se llegaba el viernes a la XY, una sala con unos pocos meses de vida, situada en el polígono industrial de Aldaia.

Pero la gente se olvidó del cielo y se lanzó a la calle. Cerca de 200 asistentes nos envalentonamos y nos arrimamos a saborear buen rock. Los primeros en abrir el telón fueron Desera, grupo de rock de Valencia. Rompiendo los esquemas clásicos de una banda de rock – dos guitarras, bajo y batería – Desera se atrevió a desafiarlos al juntar tres guitarras y les salió bien la jugada. Entre Tano, Roka y Warrior compenetran a medida riffs, solos y rasgueos otorgando a cada canción más fuerza, armonía y riqueza de sonidos.

Interpretaron casi todo el repertorio de su disco Matices. Temas como “Dientes de leche”, “Al Tajo” o “Hubo un día” calentaron los motores del local. Le siguieron “Serranía Viva” y “Bajo Tierra”, donde Warrior demostró por qué las malas -y sabias- lenguas lo consideran como uno de los mejores guitarristas de Valencia. Tras homenajear al mítico grupo de Benicalap Transfer con la versión “Siempre que puedas”, finalizaron el concierto con “De otro color” y el clásico “El punkarra”, reclamada por el público durante toda la actuación.

Sin apenas darnos un respiro a acercarnos a la barra saltaron a la palestra los sevillanos Gritando en Silencio, que venían a darnos a conocer su primer disco recién sacado del horno Contratiempo. El grupo, con influencias de Marea, Reincidentes o Albertucho, cabalga al compás de un rock unas veces más agitado como en “Mírame desnudo” o “Cuentos de desgarro” y otras más delicado como “Mereció la pena”. También hubo lugar para que el cantante desgarrara su voz con “Blues del espejo” y “Metido en un Blues” y para iniciar el show, un swing instrumental donde todos los componentes del grupo pudieron lucirse y demostrar que en Andalucía también se respira rock de calidad.

Pusieron el cierre los madrileños Iratxo, compañeros de gira de Gritando en Silencio, y que también andan presentando disco, A versos y a bocados, el segundo de su carrera. No los había escuchado anteriormente, pero inmediatamente me di cuenta por qué gozaron del honor de poner punto y final al concierto. Desde el primer al último minuto se colaba ese ritmillo que, inconscientemente, hacía que no pudieras evitar el mover algún músculo del cuerpo. Su estilo no es puramente rock, integra el ska, el funky, la samba y el reggae. Canciones rápidas como “Oveja negra”, “De una tacada” o “No es la primera vez” hicieron bailar, saltar y hacer cuantas locuras se iban ocurriendo mientras la percusión y un gran saxo decoraban de ritmo y melodías cada uno de los temas. Después de hacer 3 bises complaciendo a un público entregado, nos marchamos con ganas de más, pero con buen sabor de boca.

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