Grupo: Jorge Drexler
Sala: Palau de la Música - Sala Iturbi -

Veinte años, en palabras de Jorge Drexler, se cumplían desde que por primera vez se presentara ante un público en España y con un repertorio apuntado en una hoja.
Fue aquí, casualmente, en el Café Berlín del Barrio del Carmen. No he encontrado referencia alguna en la Red de tal lugar, quizá algunos veteranos de la zona puedan certificar su antigua existencia.
El caso es que momentos así no se olvidan, como aquella tarde de verano del noventa y seis, en el Lancia de mi hermano, cuando sonó “Un lugar en tu almohada”.

Veinte años después y el uruguayo llenó a rebosar la sala Iturbi del Palau de la Música presentando su último trabajo, Amar la trama, con el que transcurrió la primera parte. Más que merecido el desborde popular, porque pasando de puntillas por las alfombras rojas y apareciendo siempre detrás en la foto, pequeña estatua dorada en mano, Drexler se ha dedicado a tejer un honesto manto de canciones, y son muchas ya.

Más director que intérprete, comandó de forma magistral al excepcional septeto de músicos de aquí y de allá. Vientos, slide, marimbas, theremín, programaciones, cajón, bajo, batería…todo hilado con su mano en un abrir y cerrar de palma.
Más de dos horas de intensidad que a servidor, por momentos, le parecieron algo distantes. El packaging se ha tornado en ultra-perfecto y eso, quizá, deja más perplejo que con ganas de involucrarse.

Necesidad de soledad escénica, estuvo solo con sus seis cuerdas ante la platea, y ahí, en lo simple, fue cuando realmente conectó. “Raquel”, “Milonga del moro judío”, “Soledad” y “Noctiluca”, bello coral formado en la oscuridad por la tenue luz de nuestros móviles.

El tramo final, dos bises y copa de cava incluidos, lo dejó para sus (nuevos) clásicos, esos que han estirado el manto hasta abarcar el inmenso espectro de público (desde los diez hasta los setenta años) que coreó “Todo se transforma” “La trama y el desenlace” y “Sea”.

Yo me acordé entonces del Lancia, de La luna de espejos, de Milonga Paraguaya, de Corazón de cristal y Montevideo…aunque como él mismo dice “no hay tiempo perdido peor que el perdido en añorar”. Maestro Drexler.

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