Grupo: Turborock
Sala: Spook (Valencia)

Con el otoño recién estrenado y en la sala Spook Factory (famosa dos décadas atrás por ser uno de los templos de la triste recordada“ruta del bacalao”) se celebró la primera edición del festival Turborock.

Hasta allí se acercó un buen puñado de gente nostálgica, con ganas de ver antiguas bandas que poco frecuentan estos lares. La organización acertó en la elección del sitio, buen sonido y ningún imprevisto destacable.

La tarde la abrió el bueno de Johnny Throttle, con todo el ímpetu de sus guitarras distorsionadas y solos de vértigo, siguiendo impecables líneas rítmicas de bajo y batería que fueron ganando en protagonismo. Buen comienzo para una velada que prometía. Johnny no parpadeó ni un segundo y estuvo en todo momento secundado por toda la banda, con meneos hipnóticos de brazos caderas y pies.

Le siguió el trío de surf-rock Autoramas. Los brasileños mezclaron con cierta gracia un estilo new-wave con punk veloz y descompasado. Autodefinidos como rock-punk para bailar, eso hacían con el poco público que a las horas que les toco hacer el set, pululaba ya por el interior de la sala. Divertidos.

Ya con los Meanies la cosa iba poniéndose un tanto más visceral. La banda australiana empezó a tocar con algo de retraso, pero no acortaron el set, a pesar de ello. Sonaron potentes sus canciones de corto recorrido y de alma densa…¡la máxima punk desde las antípodas!

Le tocaba el turno al género patrio, representado en este festival, y por partida doble, por los hermanos Pardo y el día anterior por Los Chicos. Primero descargaron sus toneladas de surf-rock uniformado cual orquesta avezada y muy rodada que es lo que son. Sus partituras las interpretaban al milímetro pentagrámico, con afiladas guitarras y bajos muy contundentes. Destacó entre canción y canción el piquito de oro y el sentido de humor de Fernando Pardo que no dejaba de recordar al personal que era el aniversario del chicote ucraniano que tocaba la trompeta en el combo actual; por cierto, una filigrana: soplaba que daba gusto. Actuación divertida y enseñando las cartas por parte de Los Coronas, que lograron establecer con el público el mejor feedback de la noche.

Cambiando de grupo pero apenas de componentes (algo que Fernando Pardo justificaba con la actual crisis mundial, en plan coña), salieron a la palestra los perversos Sex Museum con muchas ganas de tocar, y se notaba. Empalmaron prácticamente todas las canciones, una tras otra, sonaron muy bien y los nostálgicos de bandas como estas lo disfrutaron a golpe de saltos y coros. A destacar “Get lost” y “I´m Moving”, dos temas que fueron singles en la época y que la gente bien conocía.

Pasado ya el ecuador de la tarde noche del sábado, mucha gente aprovechaba la hora oficial de la cena para salir fuera de sala y pillarse un buen pedazo de pseudo-pizza que vendáan a 4 eurazos. Otros tantos se acogían a la idea de que el rock mojado con cantidades ingentes de cerveza alimenta más que nada, o por lo menos te hace olvidar por un buen rato algunas de las necesidades fisiológicas. Yo tuve que dejar al recaudo del guardia de seguridad mi vaso con cerveza porque era incompatible comprar dentro y beber fuera, pero comprar fuera y beber dentro se aceptaba…bueno, ironías del rock and roll, ¡ouu yea!

Después del pequeño ágape les tocaba el turno a The Muffs, grupo liderado por la patizamba pero atractiva Kim Shattuck. Tocaron canciones cortas pero intensas, muy sencillas de intrumentación, en la senda de ese punk-melódico que tantos grupos de la costa oeste americana facturaban a principios de los 90,también con front-woman( L7, Babies in Toyland,Hole..). El espectáculo de actitud sobre el escenario recaía sobre el destartalado Ronnie Barret y sus bailes ortopédicos con golpes del bajo incluidos. Kim derrochó simpatía entre canción y canción. Se le notaban las tablas que tiene bajo ese vestido de gasa con el que saltó al escenario de aspecto inocente.

Llegaba el plato fuerte. Los Hodoo Gurus. Desde las antípodas, también, y con una ristra de canciones que me acompañaron felizmente hacia mi veintena, hace algunos años ya. Con algunos problemas a la hora de acoplar el backline a la instalación conjunta (todos los grupos compartieron batería y algunas cosas más),que retrasaron en media hora el inicio previsto, empezaron con un tema del tercer disco de estudio Magnum cum Louder; buen calentamiento para el personal que a estas horas ya estaba con el puntito en el cuerpo. A destacar el cameo que hizo una señorita amiga de los Hodoos que puso la parte de baile en la canción “Miss Free love of 69”,con sus contorneos más que sugestivos y sus movimientos de cadera que seguro alegraron a más de uno. Desde los años 80 los australianos han dejado muestras meritorias de su sonido rock con influencias de los Rolling Stones, el power pop de los 70 y el garaje de los 60. A “Come anytime” le siguió una “Bittersweet”, clavada en los anales de mi memoria como una de las que más. Curiosamente conocí esta canción con una versión que hicieron los Flamin Groovies allá por 87…¡vaya por dios, cuánto tiempo!. En conjunto el set de los Hodoos fue el más redondo y su puesta en escena la más convincente, con el bueno de Dave Faulkner, alma matter del grupo, desplegando todo su encanto y melodías vocales como poca gente sabe hacer. A destacar también el himno de su cuarto disco de estudio Kinky, titulada “I don't mind” que la gente tatareo hasta desgañitarse. Esta vez el sueño se hizo realidad y no desperté decepcionado. Muy grandes.

Y ya como colofón y en teórico cabeza de cartel de este día les tocó el turno a los desfasados Red Kross; grupo americano de los 90 que comenzó desarrollando un estilo punk cercano al noise, cercanos a grupos como Black Flag o Sonic Youth, y su posterior evolución hasta el sonido que desplegaron en la sala Spook: una fusión de sonidos pop y guitarras heredadas del Punk y el Hard Rock de los 70, aderezados con una estética revival. Buen concierto en líneas generales, un público entregado y a destacar combo que formaron con Kim Shattuck, cantante de los Muffs, en una de las últimas canciones del concierto y de la noche.

Buen balance en todos los aspectos y esperemos que iniciativas como estas recalen y se consoliden cada vez más en una ciudad tan falta muchas veces de estos placeres musicales para el cuerpo y el alma. Salud.

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