Vetusta Morla: Lo que les hace grandes

Grupo: Vetusta Morla
Sala: Jardines de Viveros

El quinteto madrileño cerró anoche la temporada de los conciertos de julio en los Jardines de Viveros, ante un público que rozó el aforo máximo de cinco mil personas y que entró al recinto completamente entregado de antemano a los ya incuestionables Vetusta Morla.

Tras haber sido rechazados por todas y cada una de las discográficas (alrededor de cincuenta) a las que presentaron sus primeras composiciones se han erigido como vencedores absolutos del duelo, ni siquiera iniciado ni perseguido por ellos, contra una industria musical que ya desde hace tiempo no es más que un juguete deshilachado.

Paradójicamente, y aunque lo recién mencionado debería ceñirse hasta casi asfixiar al concepto de indie, su éxito radica en la conexión sin precedentes con un público mayorista que no es precisamente devorador de directos.
Repudiados por el sector moderno estatal que, después de vanagloriarse de haber encontrado un diamante en bruto en los tiempos en los que los de Tres Cantos volaban (muy) por debajo del radar radiofónico, salieron por la puerta de atrás y si te he visto no me acuerdo, han encontrado cobijo bajo el inabarcable manto de un público generalista que no se identifica con héroes ni mártires.

Un repertorio de dos horas en el que tuvo cabida prácticamente todo. Guitarras sobre-saturadas y la voz de Pucho a veces sepultada bajo el vociferio general que coreó todas y cada una de las canciones de Un día en el mundo y Mapas, un segundo trabajo que a pesar de tener cortes de menor calidad (especialmente “El hombre del saco” y la ranchera pop “Maldita dulzura”, dedicada en esta noche a la malograda Amy Winehouse) es más que resultón y supone otra piedra más en la particular muralla china de los madrileños.

“Los días raros”, “Boca en la tierra” o “En el río” brillaron junto a una versión en acústico de “Rey sol” y las ya clásicas “Saharabbey Road”, “La cuadratura del círculo” o “Copenhague”.

La historia continúa.