Grupo: La Estrella de David
Sello: Sonido Muchacho / Hi Jauh USB/ Terranova
Año: 2018

Cuando a principios de septiembre, David Rodríguez anunció que La Estrella de David lanzaría su tercer disco, “Consagración” (Sonido Muchacho / Hi Jauh USB/ Terranova, 2018), la noticia cayó como una especie de navidades adelantadas. Quizá no sea la comparación más acertada, dado que resulta bastante complicado imaginarse al bueno de David en ese marco de compromisos familiares y consumo cuasi obligatorio, pero quizá, si logramos hacer un (último) esfuerzo, apreciemos el romanticismo que envuelve esa expresión.

Han pasado siete años desde aquella fascinante rareza que supuso “Maracaibo” (Canadá. 2011) y aún más del descubrimiento de “El primer disco”, publicado inicialmente con su nombre homónimo (El Ejército Rojo, 2007). Así que, en cierta manera, quienes nos habíamos quedado atrapados en aquellas canciones, que se presentaban extrañas y cotidianas al mismo tiempo, no esperábamos su regreso, y mucho menos, uno triunfal. Tras muchos intentos de compartir lo que consideramos un gran descubrimiento, y haber recibido otras tantas muecas incluso de aquellos que presumían entender al indie español, desistimos y nos quedamos con esos discos en nuestras vitrinas. Al fin y al cabo, íbamos a seguir viendo a David Rodríguez, una figura que nunca se ha distanciado demasiado de los diferentes espacios que engloban lo musical, aunque no fueran con La Estrella, como es el caso de La Bien Querida, donde toca y produce.

En las primeras líneas hemos dejado caer el concepto de “romanticismo”, porque la primera palabra emerge al pensar en La Estrella de David, un proyecto en el que el de Sant Feliu se involucra de la manera más plena posible, es precisamente “romanticismo”. Y esto, aunque en esta ocasión presente sonidos más pulidos y se mueva sobre géneros diferentes a su amado kraut, sigue siendo así. La práctica totalidad de la canciones de “Consagración” nos hace preguntarnos si no serán estas las canciones más bonitas del mundo, y esto se debe, en gran parte, a sus letras. David tiene una manera muy particular de relatarnos lo que le pasa por la cabeza, de contarnos sus historias e involuntariamente, de que las compartamos.

«Quienes nos habíamos quedado atrapados en aquellas canciones, no esperábamos su regreso, y mucho menos, uno triunfal«

Lo que habitualmente percibimos como su graciosa manera de narrar resulta ser un discurso crudo y mordaz que revolotea entre la ternura que produce al hablar de sus sentimientos y la autocrítica que suele ir pisándole los talones, cuya manifestación más clara la encontramos en el tema “Maracaibo”. Un escenario repleto de referencias propias que, casi por casualidad, logra tocar todos los palos. Así pues, alejándose un poco del intimismo costumbrista le podemos ver acusando con cierta sorna a esa realidad que abraza al mundo artístico como pueden ser “La Primera Piedra” o “La Canción Protesta”.

Entre colaboraciones como la de La Bien Querida en “Me ha parecido que estuvo en mi cabeza” o  de Luis Troquel en las letras de “Consagración” o la ya mencionada “Canción Protesta”, encontramos un LP pleno, que nos devuelve con intereses lo que ya tomábamos por coleccionismo. El redondo cierre con “Amor sin Fin” resulta ser una apertura en canal de David, cierta tristeza agridulce que, según avanza, abre un abanico de posibilidades, que nos hace entender que aunque todos tengamos lo nuestro lo cierto es que no estamos tan mal.

Si bien es cierto que ver en Valencia a La Estrella de David en la actualidad no sea más que una somera ilusión bajo la almohada, tras la amplia aceptación que ya han tenido los primeros cortes, como “Noches de Blanco Satán” o “Cariño”, algo vaticina que con este disco dejaremos de ver gran parte de esas caras de extrañeza que producían los anteriores, sin por ello dejar de ser nuestro particular romántico del siglo XXI.

 

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.