Los Planetas – «Zona temporalmente autónoma»Los planetas se vuelven a alinearJulio Fontán Jr. 12 mayo, 2017 Grupo: Los PlanetasSello: El Ejército Rojo / El Volcán MúsicaAño: 2017 Los echábamos de menos. Tras siete años sin más material nuevo que el EP “Dobles fatigas”, salpimentados por proyectos paralelos como Grupo de expertos Solynieve o el homenaje a Enrique Morente en forma de superbanda bajo el nombre de Los evangelistas, Los planetas vuelven con “Zona temporalmente autónoma”, en el que demuestran haber absorbido y asimilado del todo la influencia del flamenco con el que experimentaron en sus dos anteriores álbumes de estudio, “La leyenda del espacio” y “Una ópera egipcia”. Tras un par de meses de reposo desde su salida, y a una semana de su concierto en Valencia, repasamos el nuevo LP de la banda granadina. Que nadie se equivoque, “Zona temporalmente autónoma” no es un disco de flamenco. Tampoco es indie (sea lo que sea eso), ni rock, ni trap, ni folk. Es un disco de Los planetas, y tiene un poco de todo lo anterior. Vuelven las distorsiones, la voz de Jota escondida (mucho menos que otras veces) entre invocaciones a Morente, a Crowley o a El solitario, la batería aglutinando con contundencia cada nota perdida, los sintetizadores, muy presentes a la hora de dar forma a las atmósferas, uno de los puntos más fuertes de este disco. Abre fuego “Islamabad”, cuya aparición como single en un Split junto a Yung Beef provocó un terremoto entre la parroquia indie. Los planetas y el trap, una combinación difícil que salió sorprendentemente bien. No ocultaré que, en una supuesta batalla entre el indie y el trap, me posiciono en el primer bando, aunque sea tocando la corneta. No obstante, la mezcla ha dado a luz una de las canciones que más se recordará de la primera mitad de este año. Su épica, su vertiente política, la tenebrosidad de Jota recitando poderosísimos versos como “deberías temer al todopoderoso, porque él quiere vernos muertos a todos”, y ese final prestado del “Ready pa’ morir” de Yung Beef (que completaba el Split), sirven igual como imponente apertura y como declaración de intenciones. Los planetas han vuelto, y no están para hostias. En los siguientes temas, la oscuridad sigue abriéndose camino en temas como “Una cruz a cuestas”, con colaboración de Soleá Morente, que aporta algo de luz en este shoegaze meridional, o “Soleá”, que mantiene la unión de los sintetizadores con la raíz flamenca que también aparece en la reconversión de “Por ir a comprar”, de Los 107 faunos, llamada “Seguiriya de los 107 faunos”, como si no quisieran dejar lugar a dudas sobre cuál es el palo del que van. A partir de aquí, aún sin desaparecer del todo, las sonoridades andaluzas que dominan la primera parte del disco dejan paso a un pop más colorido. El trabajo de producción, el más limpio de los veinticinco años de trayectoria del grupo, realza la voz de Jota en la melodía juguetona de “Hierro y níquel” y los arreglos de cuerda de “Porque me lo digas tú”, cuya letra, por sonrojante que sea, el fan sabe perdonar. El rollo mesiánico de Jota (la hebra que ha pegado en la promoción del disco definiendo a la banda como poco menos que un comando terrorista infiltrado en la cultura popular española ha sido de proporciones planetarias), que ya se dejaba ver en el primer corte, vuelve a lanzarse a lo político en “Libertad para El solitario”, otra adaptación del cancionero popular del sur, apoyada en uno de los teclados más pop del disco. Vuelve el flamenco en “La gitana”, adaptación de un poema del inabarcable ocultista Aleister Crowley, que comparte ADN y acordes, aunque a muchas menos revoluciones, con su casi homónima “Gitana”, de Sr. Chinarro. Ya el primer acorde de “Ijtihad” evidencia para los más fans que se acerca una canción típica de Los planetas, donde el préstamo (una de las constantes del disco) viene esta vez de los Pixies, antes de dar pie al primer single que presentaron, “Espíritu olímpico”, de la que ya se ha dicho todo. La letra, puramente flamenca, descansa sobre un riff que no esconde su deuda con los The Cure más festivos. “Zona autónoma permanente” es una canción simplemente correcta en lo musical, aunque cuenta con una de las letras más simpáticas del LP, que pasa a “Amanecer”, donde Jota canta como nunca antes lo había hecho. Su dicción y claridad vocal sorprende gratamente entre arreglos de cuerda y una suave guitarra que arropa crescendos interrumpidos en uno de los mejores temas del disco, una canción frágil pero enérgica (para los estándares de Los planetas) que es una auténtica delicia. Sigue el tono intimista en la nana “Hay una estrella”. Hay que tener dos cojonazos enormes para soltarnos una nana a la cara justo antes de culminar el disco con el alegato político más claro de “Zona temporalmente autónoma”, la arenga anarquista “Guitarra roja”, donde otro crescendo épico da el toque que convierte esta versión del argentino Martín Castro en el broche de oro para un disco que, aún siendo original, deja un buen sabor de boca y demuestra que estos siete años de barbecho han enriquecido el sonido de una banda que, le pese a quien le pese, sigue siendo uno de los mayores referentes de la música actual en español. Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.