A veces nos olvidamos de que va todo esto. De hacer lo que uno quiere. Tanto en la vida como en la música, la que nos ocupa aquí todos los días. Lo mejor de ambas es que cuando menos te lo esperas te llevan hasta la melodiosa realidad.

No recuerdo exactamente el día. Creo que era principios de julio y que Gon me invitó a uno de los Con Ocho Basta. Él tocando a solas. Tan sencillo como esas cuatro palabras. Lo que ninguno de los otros asistentes y por supuesto yo mismo esperaba es que de repente un pequeño invitado le hiciera los coros a El Ser Humano. Con ramalazo punk incluido. Simplemente porque él quería. Entonces es cuando te das cuenta que desde eones no haces las cosas sin pensar en las consecuencias, sin pensar en el que dirán, probablemente desde esos últimos días de la niñez. Lo peor de todo es que no te acuerdas de esos días.

Y te paras a recapitular los últimos momentos de libertad. Tal vez por cuestiones de maximización de recursos los cuentas por temporadas, o por estaciones. Sin estrujarse mucho el hipotálamo viene esa tarde de mayo con Patti Smith en Barcelona y su soflama libertaria, tras ese 25 de mayo difícilmente olvidable para todos los nativos de la falsa transición.

La librepensadora nos llevó de la mano a tomar el cielo por asalto, pero estaría mintiendo si afirmara que es el mayor momento de libertad de mis últimos tiempos. Más bien el mayor momento de exaltación de la amistad. Tremenda exaltación.

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De una arena salta el indescifrable mecanismo de la memoria hasta ese “Tender” inmortal de Blur en su reencuentro con la historia en Benicàssim. Lágrimas, sonrisas y un sentimiento de satisfacción absoluto, de alcanzar una cima y colocar la bandera; pero al fin y al cabo esa bandera es simbólica (y solo la descubrirán aquellos que escalen hasta esa misma cima).

La cosa más grande…

Come on, Come on, Come on

Get through it

Come on, Come on, Come on

Love’s the greatest thing

Y de regreso a la preciada cueva la oscuridad del imaginario colectivo. ¡El cine! Tal vez el último reducto de libertad de la libertad. Obra maestra de su género y de nuestra generación; probablemente la mayor de lo que llevamos de Siglo. “Del revés (Inside Out)” son 95 minutos de CINE con mayúsculas. Cine en el que el mayor contacto del ser humano con nuestros cinco sentidos son unas voces, la creación animada de los genios de Pixar y una sublime partitura de Don Michael Giacchino. Citando al Pachorra Sabella: “Como cualquier genio, parece que no está pero está”.

Es entonces cuando un breve indicio te dice que la libertad debe ser algo más pequeño, algo tan efímero que casi ni te das cuenta de que sucede. Recuerdas grandes momentos con los amigos. Como no momentos de verano (Instagram da buena cuenta de ello). Pero retrocedes hasta un jueves cualquiera de verano. Por algún motivo has acabado con los compadres cenando donde siempre y riendo como nunca. Algo sucede. Alguien toca y no hay casi público. Eso está mal y lo hemos asumido como habitual, pero el ambiente que se crea entre la docena de presentes es mágico. Así, cuando nadie se lo espera surge tras el concierto una Jam Sesion legendaria, que más tarde los mismos y muchos otros paladines del rock mantendrán con su disfrute.

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De izquierda a derecha de arriba a bajo: Luis Nácher (Deluxe Pop Club), Nando Vidagañ (Odd Cherry Pie), Carlos Ortigosa (Music Rooms Studio), Héctor Chiner (Holy Paul) y Juanma Pastor (Johnny B Zero).

La libertad sigue basándose en la manutención de la autonomía como seres independientes, pero a su vez, como la reivindicación de que somos capaces de hacer cosas. Nuevas, viejas e improvisadas y que esas cosas no tienen por qué ser per se peores que las de sus predecesores. Que The Maccabees ha firmado con su “Marks To Prove It” el “Urban Hymns” de nuestra era, que “In Colour” de Jamie xx es el disco más extravagante de lo que llevamos de década o que “Carrie & Lowell” de Sufjan Stevens es una obra maestra son tres ejemplos de que el Imperio de la negación ha pasado a mejores días y prueba de ello es que hemos vivido el mejor verano en lo musical en años.

En definitiva, la libertad se muestra como una responsabilidad (en el caso del abajo firmante) para mantener el compromiso de hablar y escribir con la misma libertad que cuando uno no era el responsable de esta publicación, evidentemente siempre con un respeto al lector y sobre el que se escribe y la capacidad de atender a opiniones, propuestas e ideas inversamente proporcional a las que uno sostiene.

Como dijo Keith Richards una vez: “El Rock & Roll es el resultado de un gran choque de culturas, de un cruce de caminos”.

Pero a su vez Mr. Richards también afirmó: “El Rock es fácil, pero el Roll es otra cosa…”

Pues eso… Bendita libertad.

@Supersergiof

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