¿Sabes de esa persona que conoces desde pequeño y siempre has visto como un niño pero, de repente, ha crecido? Hablo de ese crío que chutaba fuerte al balón y corría de un lado para otro y que ahora tiene personalidad formada y voz propia. Ese nano es el Deleste.

Si echas la vista hacia atrás y comienzas a sumar la cuenta te lleva a cinco años y seis ediciones. Lo suficiente para haberse creado una mística y una serie de lugares comunes que no por menos típicos han dejado de ser ciertos. Sí, Deleste es gourmet. Sí, también es otoñal. Del Deleste hemos dicho que huye del típico perfil de grupo revienta-festivales y pop de estadio. También carece de chicas con purpurina y gente haciendo botellón. Hemos ensalzado muchas veces su ubicación en La Rambleta, con su auditorio y sus cómodas butacas.

Deleste es bonito porque los que estamos en plena crisis de los 30 vemos a todos esos barbudos papás y bonitas mamás con sus niños colgados del brazo. El Deleste te da la esperanza de que podrás seguir siendo joven just for one day aunque sigas saltando de empresa emergente en empresa emergente, no sepas qué curso online hacer ya y te hayas estancado en los 800 euros mensuales. 

Este año vuelve a su origen de jornada única y maratoniana. Un acierto teniendo en cuenta su perfil de asistente, comentado en el párrafo anterior. Ideal para llegar con un vermut en la mano y una sonrisa en la cara a cargo de cualquier canción de Enric Montefusco. Disfrutaremos de más de doce horas de música ininterrumpida a cargo de una menestra variada de bandas que analizamos en la previa de Sergio F. Fernández y que contemplan escena valenciana, catalana, estatal, plurinacional, a favor y en contra del procés… Un esquema que permite elegir un festival a la carta: entrar a primera hora, ir a tomarte dos cervezas, marchar a la hora de comer o la mejor, salir de allí con los pies por delante.

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.