Homenaje a AmyLas voces femeninas de Valencia escriben a Amy Winehouse en el quinto año de su desapariciónSergio F. Fernández 23 julio, 2016 Si hay una voz que nos ha marcado a fuego ha sido la de Amy Winehouse. Con dos discos soberbios y sobre todo una impronta única incapaz de falsificar la Reina de Camden sigue presente cinco años después de su trágica muerte. En RA hemos querido recoger el guante a los miles de homenajes que se celebran en honor a Amy en todo el mundo, por eso aquí van reunidas una decena de artistas que algún momento de su vida se toparon con uno de los mayores talentos que la música nos ha regalado: Raquel Adalid (Chlöe’s Clue): No le importaba: un moño que triplicaba su cabeza o gastar un delineador de ojos por día. Amy y su esencia iban más allá de todo lo que se veía, de todo eso físico que siempre trasciende tanto cuando su voz era la que realmente pedía con notas desgarradoras que la escuchásemos cerrando los ojos, dejando al margen el resto de atrezzo (como, al fin y al cabo, siempre debería ser). Nos rompía por dentro con su forma de entonar las melodías, sus desequilibrios en el escenario nos hacían babear, todo verbos en pasado… Menos mal que su música, la música, es siempre presente. Pilar Bada (Villa Lisas): Recuerdo la primera vez que escuché a Amy Winehouse, fue al entrar en un bar con unos amigos sonaba a todo trapo la canción Tears Dry on Their Own, y lo primero que pasó por mi mente es ¿quién narices está sampleando “Ain’t No Mountain High Enough?”, sonaba tan auténticamente Motown que pensé que se trataba de un Mashup con alguna otra canción de la época . Su voz era una singularidad en el tiempo por la que te podías inmiscuir en los años 60, sin embargo las letras eran una bofetadada en la cara: clínicas de rehabilitación y relaciones tóxicas con tipos descarriados. Amy se convirtió en un producto, pero ella no lo era. Era una bestia enjaulada, un alma frágil, porque se puede ser las dos cosas y seguir siendo una reina. La reina. Amparo Ballester (The Kojaks): Empecé a cantar a los 13 años y después de intentar chapurrear algunos clásicos de Aretha Franklin, llegó a mis oídos “Stronger than me”, uno de los primeros singles de Amy de su álbum debut, “Frank” (2003). Este álbum marcó mi adolescencia porque por primera vez veía y sentía en la voz de alguien a una mujer fuerte e independiente que decía lo que pensaba sin importarle la opinión de los demás. El videoclip de “Stronger than me” es de lo más vintage y hortera pero creo que Amy consiguió reflejar que aunque reclamaba a un hombre fuerte a su lado, en realidad no lo necesitaba para hacerse de valer. Ainoa Cabanes (Flaco Favor): Recuerdo cuando Sergio F. me regaló «Back to Black» y me dijo exactamente: ¡te va a encantar! No es muy conocida… AÚN. Y, como (casi) siempre, no sé equivoco. Conocí a Amy Winehouse a la par que comenzaba mi andanza en la composición. Quemé ese disco y el anterior. Me ayudó en comprender el arduo trabajo de exteriorizar lo que más adentro se guarda. Lo de Amy es irrepetible. No sólo por su voz, que obviamente es irrepetible y rematadamente fascinante, sino por su forma de dar belleza a toda la oscuridad que nos contaba en sus canciones. Hablando de forma egoísta fue una pena perderla tan pronto. Todos quisieron y quisimos demasiado de Amy. Y lo que es tan extremadamente frágil se acaba rompiendo. De cualquier forma, me quedo con ella. Siempre me quedaré con ella porque fui un poco Amy en algún momento, en alguna canción, en algún breve recuerdo. Marta Domingo (Meridian Response y Odd Cherry Pie): Amy es una de esas artistas que al contemplarla y escucharla se desprende la certeza de estar presenciando algo raro, bello e irrepetible. Su natural comunión con la música permitió que llegara a todos nosotros. Ella no es otra cosa que un regalo, aquella que te hace sentir con ella su dolor, su gozo o su indiferencia. Su cuerpo y un futuro de vivencias y talento se fue, pero nos dejó una parte de ella. Monty Peiró (Gran Quivira y Femme Fractal): Estaba de bolo en un pueblo de Castellón cuando alguien miró el móvil y dijo: «Se ha muerto Amy Winehouse». ¿Qué? Vaya, estaba claro, era previsible, si es que tenía que pasar, la mala vida, las estrellas del rock, esta chica llevaba muy mala marcha… Pues no, no estaba nada claro. No está nada claro que todavía, pasados los 2000, tengamos que seguir soportando esa cosa rancia del club de los 27. Que igual es que yo me he hecho mayor, pero no le veo la épica ni el romanticismo a tener que enterrar (o cremar, yo que sé) prematuramente a la mejor voz que teníamos por aquellos momentos. Ojalá Amy hubiera tenido una carerra discográfica tan longeva como todos esos cantantes tan saludables como mediocres que parecen no querer morirse nunca y nos torturan, disco tras disco, con su insoportable inmortalidad. La conocí, Rehab aparte, gracias a unos vídeos que me puso mi amiga Estela donde Amy cantaba apenas con una guitarra, en un estudio, mirando hacia abajo de pura timidez y con una voz que me traspasó por completo. Me gusta todo de ella, sus letras que parecen arrancadas directamente de lo más hondo sin filtrar, sin pretender convertir sus sentimientos en otra cosa que no sea lo que son, su sonido, sus canciones, su estilo, su ropa, su manera vergonzosa de tocar la guitarra, su capacidad para revivir un estilo, una manera de sonar, de vestir y hasta de peinarse (me flipaba el fenómeno de las pin up poligoneras peinadas como Dusty Springfield tratanto de imitar a Amy). Amé que el mainstream se convirtiera, durante el breve espejismo que fue su carrera, en un lugar donde encontrar calidad, autenticidad y personalidad. Que lanzara todos esos cebos para que gente joven descubriera a los Maytals, The Specials o el sonido Motown a través de su música. Me hubiera encantado verla. Me tuve que conformar con una visita al Hawley Arms en busca de su espíritu y con la búsqueda del rastro que dejó a su paso por Jávea, donde compró una guitarra en la fábrica Bros y siempre hay alguien por allí que cuenta alguna historia. Con eso y con la música que nos deja, claro. «You know I’m no good» sigue siendo una de mis canciones favoritas de la historia. Nerea Serrano (The Seafood Special): Mi primer recuerdo de Amy Winehouse es en Londres en 2007. Acababa de sacar el Back To Black pero aún no se había hecho popular en España. Yo no la conocía, pero la cola para su concierto era muy larga. Meses más tarde se convertiría en una de las artistas más importantes para mí. Cada cierto tiempo nace gente especial que hace cosas realmente especiales. Amy es una de esas personas, una de esas artistas únicas que brillan con una luz luminosamente dolorosa. Soledad Vélez: Amy Winehouse fue sin lugar a dudas una de las grandes voces e intérpretes de nuestra historia. Una músico magnética, arrolladora, impresionante, cuyo registro vocal nos hizo a todos volar la cabeza, su irrupción en la escena musical fue para mí un tesoro, del que sigo disfrutando hoy en día, siempre me he sentido atraída además por la mezcla de estilos musicales. Es una pena haberla perdido, era una mujer con mucha proyección. Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.