Segunda entrega de Sección de culto y sigo con mis batallitas pero prometo que esta será la penúltima y es que, si no me equivoco, soy el más veterano (en cuanto a edad al menos) de La esquina de la barra por lo que me toca ser un poco el abuelo cebolleta. Creo que nunca he contado como surge todo esto de La Gramola de Keith y quizá es mejor contarlo desde un medio externo aunque hermano como es Redacción Atómica.

Aunque la web está a punto de cumplir 5 años, tengo que remontarme bastantes más, unos 20 calculo yo, cuando un servidor tenía unas 13 primaveras a sus espaldas y cambia el destino de su paga semanal del quiosco a las tiendas de discos. Recuerdo el primer CD que me compré, era Big hits (Hight tide and green grass) de The Rolling Stones. Unos años antes de aquello yo solía trastear por la colección de cassettes de mi padre y es que en mi comunión me regalaron un radiocassette de doble pletina y solía escuchar mucho a los Beatles, hecho que a mi padre le hacía gracia pero sé que en el fondo le disgustaba un poco ya que él era muy de los Stones, banda de la que tenía una gran colección de vinilos y algún CD pero nada en cassette.

Fue cuando mi padre me da permiso para usar el reproductor CD que teníamos en el salón cuando descubro de verdad a los Rolling Stones y no los descubro con discos de su primera época sino con un recopilatorio llamado Rewind, editado el año en que nací (quizá por eso me hacía especial gracia) y que recogía temas de los ‘70 y ‘80 (recuerdo que estaban Angie, Start me up, Brown Sugar…) y ese disco se convierte en mi disco de cabecera. Lo escucho una vez tras otra y esa voz, esos falsetes, esos riffs de guitarra, se alojan en mi cabeza y cierran con llave. Me contagio del Stonianismo de mi padre y cada semana o al menos cada mes añado un disco más de sus satánicas majestades a mi colección.

Mi padre, melómano como he visto pocos en mi vida, ve que su hijo también tiene inquietudes musicales y me empieza a poner cosas de The Doors, Led Zeppelin, Deep Purple, Creedence Clearwater Revival… bandas que en su mayoría ya no existían en aquel momento pero con las que alucino y el día que lo cambia todo es el 1 de junio de 1998, día en el que veo a los Stones por primera vez en el estadi Olimpic de Barcelona. Realmente ese día nace La Gramola de Keith, aunque el germen permanezca en libretas en las que apunto reflexiones sobre discos, grupos, conciertos… en largas charlas sobre música con mi primo Álvaro en la buhardilla de mi chalet o por supuesto en largos debates con mi padre sobre que etapa de los Stones fue la mejor. Él siempre defendía los ‘60 y yo los primeros ‘70.

Fue en 2007 o así cuando descubro el maravilloso mundo del wordpress y empiezo a escribir un blog en el que combino entradas sobre música, tv y cine. A raíz de esto me surge la posibilidad de colaborar en un blog llamado El sonido de California y tras la desaparición de este unos meses más tarde, comienzo a colaborar en Rockin And Blogin con una sección llamada La Gramola de Keith.  Tras el fallecimiento de mi padre me planteo abandonar todo esto, pero sé que él no lo habría querido así que volví a la carga con mi propia web, con mi spin off gramolero. El resto de la historia creo que ya la conocéis.

Mucha gente me pregunta (de hecho es una de las preguntas recurrentes en alguna entrevista que me han hecho) ¿Y por qué La Gramola de Keith y no La Gramola de Mike? La respuesta es simple. Porque desde el 1 de junio de 1998 mi gramola no es mía, es de Keith y desde el 19 de septiembre de 2008 de mi padre.

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