La música que suena en el espacioDesde David Bowie a Louis Armstrong, pasando por los Beatles y Pink FloydCarlos Ortigosa Arnau 11 febrero, 2018 ¿Quién no se acuerda de los cinco tonos con los que los humanos contactaban con los alienígenas en Encuentros en la tercera fase (Spielberg, 1977)? En el afán de los terrícolas por descubrir vida y hacer amistades fuera de sus fronteras, la música siempre ha jugado un papel fundamental. Precisamente el pasado martes, Elon Musk, presidente de la compañía Space X y de la automovilística Tesla, envió el cohete más potente del mundo, el Falcon Heavy, al espacio con el objetivo de comprobar si es capaz de llevar carga útil. Esa carga útil, que en este caso era de poco valor al tratarse de una prueba, era un Tesla Roadster descapotable. El coche, que ahora mismo vaga por el espacio con futuro incierto, va pilotado por un muñeco llamado Starman y reproduce en bucle la canción «Space Oddity» de Bowie. El disco de oro de las Voyager Lo de enviar música al espacio para hacer contacto tiene su origen, casualmente, en el mismo año en que Encuentros en la tercera fase llegó a las salas de cine. En 1977, Estados Unidos lanzó al espacio dos sondas denominadas Voyager. La misión de estos dispositivos era, a grandes rasgos, inspeccionar las lejanías de nuestro planeta y, por qué no, comprobar si había vida inteligente. Carl Sagan, uno de los humanos más fenomenales que han existido, propuso incluir en las sondas un disco que contuviera algunas de las manifestaciones culturales más importantes de todas las civilizaciones de la Tierra y otras particularidades; desde saludos en 55 idiomas hasta sonidos de lobos, trenes, volcanes o besos. Pero el contenido verdaderamente importante era el musical. Sagan y sus compinches realizaron una ecléctica selección de piezas de todos los géneros y casi todas las culturas. Se incluyeron obras de música clásica occidental, como la Quinta Sinfonía de Beethoven, La consagración de la primavera de Stravinsky o el Concierto de Brandemburgo de Bach; y otras piezas como «Liu Shui», de China; «Jaat Kahan Ho», de la India; o «Tsuru No Sugomori», de Japón. En lo que a géneros más recientes se refiere, los estadounidenses se aseguraron de que hubiera una buena cosecha de su propia producción musical, y no de otras. Pero seamos serios, todo alienígena debería dejarse llevar por el legendario riff de «Johnny B. Goode» interpretado por un negro, Chuck Berry; el reposado y sudoroso blues «Dark Was The Night, Cold Was The Ground«, de otro negro, Blind Willie Johnson; o el delicado jazz de «Melancholy Blues«, de otro negro, Louis Armstrong, y sus Hot Five, también negros. Como vemos, el universo no entiende de racismos. En «Melancholy Blues», particularmente, uno se imagina solo en una cápsula observando el vasto horizonte negruzco moteado con puntitos brillantes. Hay que reconocer que esa fue una gran elección. A esta selección de músicas y sonidos se la llamó «Disco de oro de las Voyager», pero no porque vendiera muchas copias, sino porque realmente el disco está cubierto de oro. Al no poder recurrir a las cintas de 8 pistas, que eran las que se utilizaban con más frecuencia en los 70, se decidió fabricar un disco fonográfico de cobre cubierto de oro, que mantendría la temperatura y el magnetismo necesarios. Las ‘playlists’ de los astronautas La música en el espacio no solo ha servido para intentar contactar con extraterrestres, sino también como pasatiempo para los astronautas. Hay que entender que debe ser un poco aburrido orbitar sobre la Tierra sin nada más con lo que entretenerse. Algunos de los momentos musicales más míticos tienen que ver, por ejemplo, con la canción «Fly Me To The Moon» de Frank Sinatra. Los integrantes del Apolo 10, que fue la segunda misión tripulada en orbitar la Luna, recibieron una cinta en la que se incluía, entre otros, este tema. Solo unos meses después, se convertiría en la primera canción reproducida en la superficie lunar, cuando Buzz Aldrin pisó la Luna con un cassette portable. Después de eso vendrían nuevas misiones Apolo, e irían sonando por el espacio canciones de los Beatles, de The Moody Blues o de Simon & Garfunkel. En 1988, la Guerra Fría tocaba a su fin. La misión soviética Soyuz TM-7 despegó de la Tierra con el objetivo de acoplarse a la estación espacial Mir. Pero lo relevante no es esto, sino que los tripulantes de la nave llevaron consigo una copia del Delicate Sound of Thunder, el doble álbum en directo que Pink Floyd había publicado ese mismo año, y en el que se incluían la mayoría de sus grandes éxitos, como «Comfortably Numb», «Another Brick In The Wall», «Money» o «Wish You Were Here». Pero detengánse a reflexionar sobre lo que debe suponer escuchar «Shine On You Crazy Diamond» en pleno espacio; una experiencia trascendental y hasta peligrosa. Y desde Madrid para el mundo, o más bien para el universo, se produjo la transmisión en 2008 de la canción «Across The Universe» de los Beatles, una deliciosa y alucinógena pieza que ha dado lugar a versiones interpretadas por artistas como Bowie, Roger Waters, los Smiths, Rufus Wainwright, Fiona Apple o Amaia de OT. El proyecto, llevado a cabo por la NASA, consistía en un mensaje interestelar emitido a la estrella Polaris, a 431 años luz de distancia de la Tierra. Tampoco es que saliera demasiado bien, pero peor hubiera sido que el mensaje lo emitiera un indie español y la canción fuera de Los Planetas. Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.