La adaptación se parece al trabajo de la traducción: no consiste en una copia exacta, pero tampoco en una transformación total de la obra. Adaptar un clásico de la literatura norteamericana, que ha tenido alcances iconográficos a niveles mundiales, era la misión de Greta Gerwig la actriz, guionista y directora californiana con éxitos destacados como su interpretación en Frances Ha (2012) y la realización de Lady bird (2017).

Mujercitas (2019) lleva intacto el espíritu de la autora de la novela, Louisa May Alcott, y a la vez manifiesta la visión fuerte y clara de su guionista y directora, que nos abre este libro de imágenes en movimiento y nos sumerge en el universo familiar de las hermanas March, cuatro mujeres jóvenes que circulan entre la infancia y la adultez, y que muestran diferentes facetas de las formas femeninas a mediados del siglo XIX, después de la Guerra Civil en Estados Unidos.

Esta historia podría verse como una serie de retratos: cuatro hermanas de Massachusetts con diferentes formas de ver el mundo, que conforman en su totalidad un universo particular y único. Como protagonista está Jo March (Saoirse Ronan), una especie de Patti Smith del siglo XIX, de naturaleza pasional con una verdadera vocación por la escritura, de espíritu libre, aventurero que admite el caos en su vida para poder ver más allá de lo que tradicionalmente se espera de una mujer. Meg (Emma Watson) es encantadora y dulce, con potencial talento para la actuación y muy inclinada a los ideales del amor romántico y la formación de una familia. Amy (Florence Pugh) posee un talento natural para la pintura, y también un espíritu vanidoso pero fuerte, indestructible y atractivo. Y Beth March (Eliza Scanlen), la más tímida de todas, es prudente, bondadosa y logra alcanzar un nivel de expresión no verbal sobresaliente, a través de la música.

El cuadro familiar se completa con la madre Marmee (Laura Dern), un ejemplo de desapego y generosidad, que no sólo es madre de las cuatro chicas, sino protectora de personas necesitadas. También la Tía March (Meryl Streep) que genera un absoluto contraste generacional, siendo para ella el matrimonio y el dinero las bases fuertes de una familia. Y Laurie (Timothée Chalamet, conocido por Call Me By Your Name), como el extravagante y sensible vecino, representado la belleza de la amistad masculina, con un estilo, juventud e inocencia que hacen recordar el espíritu de Arthur Rimbaud.

Esta obra literaria norteamericana publicada en 1868, se ha llevado al cine, a la televisión y al teatro en más de quince versiones desde 1933. Parece que hay algo en esta obra que sigue resonando, como si cada generación necesitara revivirla. Podría ser la historia, sus personajes o el atractivo romántico de su ambientación. Pero intuyo que se trata principalmente de lo aquí se transmite sobre las complejidades humanas. Su capacidad de emocionar y de hacer pensar es sorpresivamente atemporal, a pesar de que la historia se sitúe en un contexto muy específico.

Narrar desde la memoria, armar el mundo

Recuerdo de pequeña haber recibido por parte de mi madre dos libros  de tapa azul como regalos de navidad, uno de ellos era Corazón y el otro era Mujercitas. No sé exactamente de qué manera me impactó esta última, pero tengo una imagen, muy cinematográfica, que es el momento en Amy March patina sobre una frágil capa de hielo sobre un río, y cae dentro del agua helada. Puedo recordar la angustia y el respeto a la naturaleza que eso generó en mí.

Cada quien recuerda de diferentes formas, y esto es un misterio que se aplica al momento de escribir. Lo estoy haciendo yo, como redactora de esta reseña, dejando escapar muchísimos aspectos de la película y seleccionando otros que tienen que ver con mi propia vida interior, y lo hacemos todas las personas al seleccionar nuestras memorias para darle una narrativa a la vida. Lo ha hecho Louisa May Alcott, y a su vez el personaje de Jo, al escribir Mujercitas, inspirada en su propia familia, y lo hace Greta Gerwig al interpretar y estructurar esta historia con su punto de vista propio, proceso que la ha llevado a indagar en su propia infancia y memoria: “Empecé a escribir porque Louisa May Alcott escribía”.


Casada con la libertad / El dilema final

Cuando Meg March se casa marca un antes y un después. Es un casamiento y a la vez el funeral de la infancia. Jo le insiste a Meg en que no se case, que viva su propia aventura y desarrolle su carrera de actriz. Meg por su parte reafirma lo importante que es para ella el amor y la familia, que sus sueños son distintos, pero no por eso tiene menos valor.

May Alcott logró algo muy grande, que fue alcanzar el éxito comercial de una novela que cuestionaba todas las formas tradicionales de ser mujer. Pone sobre la mesa el tema del matrimonio, que es lo más evidente, pero también profundiza en la psicología femenina. Un obra donde todos los personajes principales son mujeres, en un tiempo en que la mayoría de las mujeres eran ornamentos literarios o musas. Esta autora, además de escribir Mujercitas, dedicó su vida a escribir novelas provocadoras, sensacionalistas, simbólicas, relatos con toques góticos y de terror que cuestionan las ideas del bien y el mal en personajes femeninos y tocan temas considerados tabúes para la época, como el adulterio. Además luchó en contra de la esclavitud y fue defensora del voto de la mujer. 

Como esta historia lleva más de 150 años transitando la conciencia colectiva, no considero que hablar de su final sea un spoiler. Un final romántico e iconográfico, con besos bajo paraguas en la lluvia y la decisión de Jo de contraer matrimonio con el profesor Friedrich Bhaer (Louis Garrel). Esta no era la intención inicial de la autora (quien por cierto, no llegó a casarse), pero tuvo que hacerlo a petición del editor con el fin de alcanzar el éxito comercial.

Si no fuera por este final, quizá la obra e ideas de L.M.A. no hubiesen tenido repercusión en las masas. Tal vez sería una antigüedad curiosa, una obra underground ¿cómo saberlo? ¿Contradice este final la naturaleza libre e independiente de Jo? ¿Es una decisión inteligente de a autora, pero le resta autenticidad artística? De momento no tengo respuestas exactas para estas preguntas, y poco me atrevo a juzgar la decisión de la autora, que vivió su propio contexto y tenía sus propios motivos. Además, Mujercitas fue escrita por encargo, y los honorarios recibidos por ella la ayudaron a seguir avanzando por el tránsito de su vida, lo cual es perfectamente comprensible.

Armar el mundo

Una película, de principio a fin, la existencia de la pieza entera, es siempre, para mí, un logro. Se crea un vehículo y se suelta al mundo, se entrega. Cada quien captará las obras de maneras diferentes, y siempre, pasando por el filtro de nuestros estados mentales, llegaremos a una y otra conclusión. Queremos creer que la vida tiene un orden, que todo pasa por algo y que poco a poco el sentido triunfa sobre el desorden. Creo que hay un poco de todo, no todo es caos, pero casi todo lo es. Y del caos al arte hay un proceso de organización excesivamente complejo, prácticamente épico y con millones de variables, críticas, puntos de vista. Se trata de lucha, de un sistema de fe personal que a veces se materializa en una obra.

Qué rara es la condición humana. Todos estos procesos, además, para seguir nadando  en el mar del misterio que es la existencia misma. Una existencia llena de todas las cosas.

El personaje de Jo es inspirador, con una vocación real, basado en el trabajo constante. Donde olvidarse de beber agua y de comer es lo de menos, cuando el flujo creativo está de manifiesto. Me gustaría ver más personajes así en el cine.


Estreno de Navidad

El próximo 25 de diciembre, en plenas celebraciones navideñas, Mujercitas de Greta Gerwig llegará a las carteleras de cine. Es una buena ocasión para entrar por la puerta de un mundo que parece hecho de postales victorianas, y que al entrar en él revela la gran cantidad de complejidades de la existencia que conviven en un mismo hogar, como pasa con todas las familias.

Un año antes de publicar Mujercitas, salió a luz pública El Espectro de Abad (1867), un thriller sobrenatural de la autora, ambientado en las navidades donde figura la siguiente frase: «Las mentes humanas están más llenas de misterios que cualquier libro escrito y son más cambiantes que las formas de nubes en el aire». En este espíritu, lo que nos queda es brindar por todo este misterio y disfrutar profundamente de nuestra presencia pasajera por el mundo.

(The Old Grange at Sunset (1877), John Atkinson Grimshaw. Imagen utilizada para la portada de El espectro del abad).

“Los corazones se desbordaron, olvidando toda la amargura pasada y gozando sólo la dulzura del presente.” – Louisa May Alcott


¡Felices fiestas!

Texto: Cristina Tovar

 

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