Ana HospitalerBelako en Wah Wah: libertad sin etiquetas previo paso a la consagraciónGlorioso directo de los Mungia en la Wah Wah, muy bien respaldados por PoolshakeSergio F. Fernández 13 marzo, 2018 Grupo: Belako + PoolshakeSala: Wah Wah València es rara de cojones. Desde que era un adolescente llevo escuchando a la vieja guardia decir lo de “aquí no hay público” o “las nuevas generaciones ya no van a conciertos”, pero lo surrealista de la situación es que València sirve como termómetro ideal para la ‘consagración’ de los grupos. Cuando vivía fuera me lo llegaron a decir más de una vez, “cuando triunfas en València estas muy cerca de petarlo en cualquier parte”. Y son muchísimos los grupos que copan la primera línea de los festivales que cuando estaban en ese punto de su carrera en el borde de la navaja un concierto en la ciudad del Turia lo cambió todo: Vetusta Morla, Love of Lesbian, Izal, Sidonie, Pereza, Arizona Baby… En definitiva grupos y músicos que siempre que regresan a València la recuerdan como “la ciudad donde empezaron muchas cosas”. Y el pasado sábado volvió a suceder. Belako regresaba a València. Es verdad que no era ni su estreno ni su segunda vez, pero si era la primera vez que el cuarteto de Vizcaya actuaba en sala, en la Wah Wah, ya que en todas las ocasiones anteriores había sido dentro de la programación de un festival (Deleste, She’s The Fest, Festival de Les Arts…) y por ello se trataba de una ocasión aún más especial. Además presentaban disco, su tercer LP, el “Render Me Numb, Trivial Violence”, del que ya hablamos aquí hace unas semanas, y por último su visita se enmarcaba como fiesta de presentación del WAM Estrella de Levante (que por cierto tiene un cartelazo pero en el que no están -de momento- los Belako). La cuestión es que el viernes nos despertábamos con la noticia de que todas las entradas estaban agotadas. Unas 360 entradas vendidas que dejaban a los más rezagados sin la posibilidad de comprar a última hora. Pese a ello desde que las pruebas de sonido estaban en marcha pasadas las ocho de la tarde más de una docena de personas pasó por la propia Wah Wah a preguntar si había alguna forma de conseguir entradas. Los que si habían conseguido alguno de los tickets comenzaron a disfrutar de la música desde las once, con puntualidad británica. Los jovencísimos Poolshake abrieron la velada, con un sensual (e hilarante) pop que recordaba a los mejores tiempos de Jonathan Richman, pero con unas maneras de su vocalista y frontman heredadas de los primeros años del Morrisey de The Smiths. Muy buenas sensaciones de un cuarteto que hay que seguir muy de cerca. En el intercambio de instrumentos entre grupo y grupo la expectación se palpa en el ambiente cuando se percibe que las hordas de fumadores apaciguan su dosis de nicotina a cambio de mantener el mejor sitio posible para disfrutar del concierto de Belako. Otra de las características que se puede apreciar es la capacidad de atraer a un público totalmente ecléctico. Mientras que otras bandas son santo y seña de una generación o clase social Belako son capaces de congregar desde adolescentes a los más talluditos, desde parejas a grupos enormes de amigos que han hecho de esta una de las noches más especiales de la temporada. Por último cabe resaltar que en esta ocasión brillaban (casi) por su ausencia los habituales de la escena musical valenciana, músicos, programadores y/o agentes culturales que siempre suelen ser visibles en las salas y festivales y que en esta ocasión se habían decantado por otras propuestas o directamente los festejos falleros les imposibilitaron acudir a la cita. Una vez Cris, Lore, Lander y Josu están sobre el escenario la conexión es inmediata y casi deslumbrante. Como si fueran los amigos del barrio, los cuatro chavales que llevas viendo ir del local de ensayo a la furgo media vida, pero en esta ocasión la estampida de sonido venía a cargo de cuatro criaturas del norte. Criaturas que desgranaron (casi) al completo el “Render Me Numb, Trivial Violence” y aliñado este con sus trallazos anteriores sitúan a Belako en posesión de uno de los mejores repertorios del estado, sin duda el mejor de su generación. Rock en estado puro, capaz de apreciar y de influir en el trabajo de sus coetáneos; y sobre todo música transversal que representa un estado de vida sin etiquetas y gracias a la cual la libertad se apodera de un grupo de desconocidos durante setenta minutos a través de cuatro chavales. Tras los conciertos fueron decenas los que se quedaron a hacerse una foto con la banda mientras atendían en su puesto de merchan y otros tantos los que bailaron hasta el final con la sesión de Obleas Djs, pero esa ya es una historia que merece ser contada en otra ocasión. Crónica: Sergio F. Fernández Fotos: Ana Hospitaler Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.