Grupo: Nacho Umbert y La Compañía
Sala: Wah Wah

La vida ya está lo suficientemente saturada como para no complicársela más para ir cantándole de forma más recargada todavía. Y para los ciudadanos de a pie, con la que está cayendo, la vida ya tiene suficientes problemas tanto de puertas para afuera como de puertas para adentro como para meterle ruido sin compasión, y más un jueves de agradable noche primaveral. Por eso, el remanso de paz que ofrecen las canciones de Nacho Umbert y La Compañía –enlatadas ya lo sabíamos– en directo son antídoto perfecto para al menos detener durante algo más de una hora a una realidad sacada de quicio y en crisis prácticamente de todo.

Umbert, Nacho. Veterano de vuelta para quitarse esa espina y volver a tener canciones que decir y cantar. Canciones, las que se incluyen en 'Ay…', que sin pretensiones y con una apabullante sencillez, han cautivado. La prueba es que en el fin de año pasado con eso de las listas se hizo con un hueco en casi todas. En la de esta revista digital alcanzó un meritorio tercer puesto ni más ni menos.

Umbert ejerce de mirón y retrata una realidad y le pone música con su guitarra española y la compañía de batería, bajo y cello. La vorágine la envuelve en remanso de buen gusto y a los sentidos no les quedan más que acomodarse y disfrutar. Wah Wah y la organización –Tranquilo Música– pusieron sillas en la sala y casi que daba palo pedirse una cerveza porque todo el silencio estaba reservado para Umbert, que se explayó con todo su primer álbum y con tres temas del que vendrá para el próximo otoño.

Como si mirase desde una ventana indiscreta, las canciones son porciones de realidad, de vecindario, urbano, rural con total ausencia de mala leche. Tal vez si la bossa nova fuese un género mediterráneo se cantaría como canta Umbert. Alegre y delicado. Como mascullando esos retratos, esas magníficas historias que son 'La verdad es que me da igual', 'Colorete y quitasueño', 'Confidencias en el palomar' o 'Prêt à porter', plagadas de detalles literarios y sonoros, prácticamente teatralizados con lo puesto, sin ninguna pretensión y que sin querer destilan tantas coordenadas con tremenda naturalidad.

La primera parte fue un recorrido por el álbum sin andarse por las ramas. En el bis, en cambio, se detuvo más. Sacó a relucir temas del que será su próximo trabajo. Por ejemplo, la de la casa de moral distraída con la historia de la madame Rius, 'El senyor Esteve' de la burguesía catalana o 'Li diu el mort al degollat', una canción que parte del refrán valenciano. Y para acabar, el buque insignia, la enorme 'Cien hombres ni uno más', que recoge todos los muchos detalles demostrados por el momento por este Nacho Umbert y La Compañía: la sencillez, lo mediterráneo, la teatralidad, la capacidad de retratar la realidad y sacarle toda acritud, con delicadeza y, sobre todo, buen gusto.

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