Grupo: Nueva Vulcano
Sala: Un Sur

El grupo catalán es de esos que tiene una vinculación íntima y especial con su moderna e inquieta audiencia. Sus seguidores (esa noche más de 200) no flaquearon a la hora de abarrotar una sala Un Sur poco acostumbrada y menos adecuada para este tipo de exhibiciones.

Con equipo de sonido justo y de prestado (el underground no necesita más), y el trío protagonista a ras de suelo, la visibilidad para todos aquellos situados más allá de la quinta fila fue imposible. De todos modos, y fruto del gozoso ruido que disparaban, sin filtros, los amplis, a nadie le dio por quejarse; es más: la animación del público (donde las camisas de leñador se llevaron la palma) fue sobresaliente.

La visita de Nueva Vulcano a Valencia tenía por misión la presentación de su tercer disco Los peces de colores. Un álbum que viene a animar los estertores de este 2009 y que pone de manifiesto que se puede ser tan punky como el que más interpretando canciones de hechuras y letras hijas del pop. Unas composiciones entre las que destacaron “Amor moderno”, “Movimiento”, “La ley de Costas” o “Te debo un baile”, que en directo sonaron más crudas y violentas si cabe y que, interpretadas a vertiginosa velocidad, se sobrepusieron unas a otras reflejando los placeres sonoros, pero también la monotonía y el simplismo, del punk y el post-hardcore.

Entre traguito y traguito de güisqui solo (sin hielos ni nada), Artur Estrada se desgañitó y se movió , con impulsos eléctricos, a lo Paul Sinomon, a muy pocos centímetros de la primera fila que, por momentos peligró y amagó con tomar el escenario o arrebatar el bajo de un también entregado y saltarín Wences Aparicio. Los sencillos y agresivos rasgueos de guitarra de Estrada, su ajada voz y los latidos de la omnipresente y subida de volumen batería de Albert Guàrdia, son marca de la casa de un vivo que alteró al personal hasta el punto de ver a gente flotando entre las cabezas.

Fruto de nuevo de mi impuntualidad, obvié la actuación de los locales Betunizer. Un fallo imperdonable (había que cenar) perderme al grupo capitaneado por Marcos Junquera (Ciudadano, La Orquetas del Caballo Ganador o Strategia Lo Capto!) que, por cierto, no dejaron de brincar y ser felices en las primeras filas de la actuación de Nueva Vulcano. Sospecho que mi incongruencia horaria fue la causante de que no escuchar la magnífica “Sagrada familia” (o no la interpretaron o fue de las dos primeras), pero sí pude recibir el placer sónico de canciones como “Mano izquierda” o “El día de mañana” que finiquitaba un concierto de casi dos horas que por ellos hubiera durado bastante más.

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